1989  Sunrise Serenade, op. 63Biografía: Compositor finlandés nacido en 1935. Aulis Sallinen puede pretender a un puesto de primera fila en la música actual. Apuesta por el eclecticismo, muy finisecular. Se ha detenido y reflexionado, mirando el convulso y en parte devastado panorama del Novecientos. En él, hubo quienes proclamaron la muerte del sonido afinado semitonal y el dispositivo de la orquesta clásica. Sallinen, como Stravinski y Bartók, dos de sus referencias tutelares, dijo no. Y, a la vista de lo hecho, se legitimó. El Concierto para chelo (1977) se integra con su ancha obra concertante y, en especial, con la zona dedicada a este instrumento solista, pasado por los formatos de cámara, pequeña orquesta y conjunto sinfónico. Todo Sallinen ocurre en él hasta constituir una pequeña historia sin letra: la entrega sentimental de vastos alcances melódicos, la angustia de la incertidumbre existencial, la meditación fuera del tiempo, juegos saltarines y la búsqueda de una respuesta en forma de conclusión. Ritmos superpuestos e irregulares (la deuda stravinskiana) y una rica paleta de obsesiones (la deuda bartokiana) se conjuntan con una libertad armónica que no excluye recursos. En fin, eclecticismo del mejor, no el que suma y amontona, sino el que sintetiza e inventa. La sexta de sus sinfonías data de 1990 y se proclama una suerte de poema sinfónico en forma de viaje por Nueva Zelanda. Poderosa se muestra aquí otra de las enjundias de Sallinen: la construcción de atmósferas densas. Neblinas como penetradas de una luz metálica cuyo poder no acaba de dispersarlas, si se quiere: un mundo nórdico llevado a los agitados ritmos del Pacífico. Así, y de cien otras maneras, puede descifrarse este vasto mural sonoro que rubrica, por si fuera necesario, la maestría del autor. © Blas Matamoro Galardones: Wihuri Sibelius (1983) |
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