Ceesepe

Ceesepe


 España | 1958-2018




1982 | 24 años
Café de Madrid
Técnica mixta.
Colección particular
120 x 100 cm.



1993 | 35 años
Favorites Caps
Serigrafía sobre papel.
Colección particular
100 x 70 cm.



2000 | 42 años
La dolce vita
Técnica mixta.
Colección particular
46 x 32 cm.



2013 | 55 años
Cartas
Técnica mixta.
Colección particular
50 x 35 cm.



Biografía:
    Acrónimo de Carlos Sánchez Pérez, artista español nacido en Madrid. Fue un creador que siempre reivindicó el oficio por encima del discurso, un amor por lo artesano que le venía de lejos y de casa, su padre y abuelos eran carpinteros y su hermano mayor tiró por el dibujo. Aunque a él lo de Bellas Artes le duró poco. Probó un mes y cambió de foco. El mundo que se encontró fue el underground desde que llegó a Barcelona siendo adolescente, con ganas de darle la vuelta a los desamores culturales. Lo hizo dibujando cómic junto a otros autores como Nazario, con quien recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2011. Pronto se sumó Mariscal, con quien fundó el grupo Rrollo, al que se uniría más tarde Max. Juntos editaban y publicaban fanzines para hablar de contracultura. También lo hizo en Madrid, trazando puentes entre ambas ciudades, con Alberto García-Alix, El Hortelano y Ouka Leele y la Cascorro Factory. Aquella primera publicación de la Movida (La Luna de Madrid y Madrid Me Mata llegarían años después, ya entrados los 80), era un fanzine a la manera de los tebeos estadounidenses donde el primero editaba sus cómics basados en las fotos del segundo, y que ellos vendían en el Rastro. Desde esos 80, su nombre invoca toda una época, aunque nunca le gustara sentirse parte de ese saco. Lo suyo era otra cosa. Por eso abandonó el cómic para centrarse en la pintura, sin dejar de hacer los carteles de dos de las películas más importantes de Almodóvar, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) y La ley del deseo (1987). Tanteó con la escritura, las portadas de discos, la televisión y la dirección de cortos. Su estilo era raro y era único. Sus cuadros tienen mucho de manual clásico de pintura. Desde siempre, solía decir, cerraba los ojos y visualizaba algo. Lo que fuera. Luego lo dibujaba lo mejor que podía. Siempre trabajando así, con cabezonería, en el difícil arte de mentir, como tituló alguna de sus exposiciones.  © Bea Espejo



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