Anábasis de Alejandro (fragmento)Flavio Arriano
Anábasis de Alejandro (fragmento)

"Otra embajada de los escitas de Europa llegó a Alejandro, acompañada por los embajadores que él había enviado a esa gente, porque el rey que los gobernaba en el tiempo en que fueron enviados había fallecido y su hermano reinaba en su lugar. El propósito de la embajada era reafirmar ante Alejandro que los escitas estaban dispuestos a hacer cualquier cosa que dispusiera. Traían para presentarle, de parte de su rey, los obsequios que entre ellos se consideran más valiosos. Dijeron que su monarca estaba dispuesto a dar su hija en matrimonio a Alejandro, con el fin de cimentar la amistad y alianza con él; pero si Alejandro declinaba casarse con la princesa de los escitas, estaba dispuesto, en todo caso, a dar las hijas de los sátrapas de los territorios escitas y las de otros hombres poderosos de este mismo pueblo a los más fieles oficiales macedonios. También mandaba a decir que vendría en persona si se le ordenaba, a escuchar de boca de Alejandro cuáles eran sus órdenes. Por las mismas fechas llegó a ver a Alejandro el rey de los corasmianos, Farasmanes, con 1.500 jinetes. Éste juraba proceder de los confines de las naciones de la Cólquide y de las mujeres llamadas Amazonas; le dijo a Alejandro que, si se sintiera inclinado a invadir estas naciones para subyugar a las razas de aquella región, cuyos territorios se extendían hasta el mar Euxino, él se comprometía a actuar como su guía a través de las montañas y a abastecer a su ejército de lo necesario.
Alejandro dio una respuesta educada a los embajadores de los escitas, adaptada a las exigencias de ese momento en particular; añadiendo que no había necesidad de una boda con la noble escita. A Farasmanes le cubrió de elogios, y aceptó su amistad y pactó una alianza con él; pero le dijo que por ahora no era conveniente para él marchar hacia el mar Euxino. Después, presentó a Farasmanes como amigo suyo al persa Artabazo, a quien había confiado el gobierno de los bactrianos, y a todos los otros sátrapas que eran sus vecinos, y lo envió de vuelta a sus dominios. Dijo Alejandro en esa ocasión que su mente en ese momento estaba absorbida por el deseo de conquistar los pueblos indios, porque cuando lograra someterlos poseería la totalidad de Asia. Agregó que en cuanto Asia en su conjunto se encontrase en su poder, iba a regresar a Grecia, y, desde allí, comenzaría una expedición con todas sus fuerzas navales y terrestres hacia el extremo oriental del Ponto Euxino a través del Helesponto y la Propóntide. Deseaba que Farasmanes mantuviera en reserva el cumplimiento de su presente promesa hasta entonces.
El rey macedonio volvió al río Oxo con la intención de internarse en Sogdiana, porque las noticias que le presentaron acerca de los sogdianos decían que muchos de éstos habían huido a refugiarse en sus fortalezas, y se negaban a someterse al sátrapa que los debía gobernar en nombre de los macedonios. Mientras estaba acampando cerca del río Oxo, un manantial de agua y cerca de él otro de aceite brotaron del suelo, no lejos de la tienda de campaña de Alejandro. Cuando este prodigio se lo señalaron a Ptolomeo, hijo de Lago, uno de los escoltas reales, éste se lo comunicó a Alejandro, quien ofreció los sacrificios que los videntes consideraron apropiados para tal fenómeno. Aristandro afirmó que la fuente de aceite era un signo de penalidades, pero que también significaba que después de estos esfuerzos llegaría la victoria. "



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