Las guerrilleras (fragmento)Monique Wittig
Las guerrilleras (fragmento)

"Las habitaciones son gemas multicolores esféricas. Unas son transparentes. Algunas flotan en el aire y derivan suavemente. Otras están atadas a pilones de acero deslustrado que de lejos parecen tallos. Las habitaciones están fijadas a diversas alturas, según intercalaciones distintas. No existe simetría alguna en su disposición. Están unidas a los pilones por tallos transversales que les son perpendiculares. La longitud de estos tallos también es variable. Es imposible determinar desde esta distancia lo que permite a los habitantes subir a sus moradas. Los pilones son muy altos. Sus estructuras metálicas de líneas limpias y precisas se recortan sobre el horizonte. Llevan enganchadas centenares de miles de esferas. Entre las esferas se percibe el movimiento de las nubes, el sol o la luna, las estrellas. Si se levanta el viento todas las esferas se mueven a la vez, en silencio. Desde todos los puntos del llano se dirigen hacia la ciudad. Van todas vestidas igual. Pantalones negros ensanchados por abajo, estrechos a la altura de la pelvis y túnicas blancas ajustadas al busto. Van descalzas o llevan ligeras sandalias. Muchas de ellas marchan cantando con voz muy aguda largas frases, moduladas interminablemente, por ejemplo, gritad, en otra parte existen oros más celestes / las avispas de las balas no son para mí.
Ahí están Elsa Brauer, Julie Brunèle, Odile Roques, Evelyne Sabir. Están de pie ante la gran asamblea de mujeres. Elsa Brauer toca los platillos cuando cesa de hablar, mientras que Julie Brunèle, Odile Roques, Evelyne Sabir hacen redoblar largamente sus tambores para acompañarla. Elsa Brauer dice algo como, hubo un tiempo en que no fuiste esclava, acuérdate. Tú te vas sola, riendo, te bañas el vientre desnudo. Dices que has perdido la memoria, acuérdate. Las rosas silvestres florecen en los bosques. Tu mano se araña en los zarzales para coger las moras y las frambuesas con que te refrescas. Corres para cazar las liebres jóvenes que despellejas con las piedras de los acantilados para despiezarlas y comerlas calientes y sangrantes. Tú sabes cómo evitar al oso en las pistas. Conoces el miedo cuando en invierno oyes reunirse los lobos. Pero puedes permanecer sentada en la copa de los árboles para esperar el amanecer. Dices que no hay palabras para describir esta época, dices que no existe. Pero acuérdate. Haz un esfuerzo para acordarte. O, si no puedes, inventa. "



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