La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (fragmento)Walter Benjamin
La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (fragmento)

"La toma cinematográfica, en especial la del cine sonoro, ofrece una visión que antes hubiera resultado absolutamente inimaginable en todas partes. Presenta un suceso en referencia al cual no existe ya ningún punto de vista capaz de dejar fuera del campo visual del espectador aquellos elementos que no pertenecen al hecho escénico en cuanto tal: el aparato de grabación, la maquinaria de iluminación, el equipo de asistentes, etcétera (a no ser que el enfoque de su pupila coincida con el de la cámara). Este hecho, y éste más que cualquier otro, convierte en superficiales e insignificantes las similitudes que tal vez puedan existir entre una escena en el estudio de filmación y otra en el escenario. El teatro conoce, por principio, la posición desde la cual deja de ser reconocido fácilmente como ilusorio lo que ocurre sobre el escenario. Frente a la escena grabada por el cine, este lugar no existe. Su consistencia ilusoria es una consistencia de segundo grado; es el resultado de la edición. Es decir: en el estudio cinematográfico el sistema de aparatos ha penetrado tan profundamente en la realidad, que el aspecto puro de ésta, libre de ese cuerpo extraño que sería dicho sistema, es el resultado de un procedimiento especial, a saber: de la grabación, mediante un aparato fotográfico enfocado apropiadamente y de su montaje con otras grabaciones del mismo tipo. La presencia de la realidad en tanto que libre respecto del aparato se ha vuelto aquí su presencia más artificial, y la visión de la realidad inmediata una flor azul cultivada en el país de la técnica.
El mismo estado de cosas que se distingue de estas manera frente al que prevalece en el teatro puede ser confrontado de una manera incluso más notoria frente al de la pintura. En este caso debemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿qué relación guarda el operador con el pintor? Para responderla, permitámonos una construcción auxiliar basada en el concepto de operador que es usual en cirugía. El cirujano representa uno de los polos de un orden cuyo otro polo lo ocupa el mago. La actitud del mago que cura al enfermo poniendo su mano sobre él es diferente de la del cirujano que practica una intervención en el mismo. El mago mantiene la distancia natural entre él mismo y el paciente o, con más exactitud, la reduce un poco gracias al toque de su mano y la incrementa mucho gracias a su autoridad. El cirujano procede la inversa: reduce mucho la distancia con el paciente -al penetrar en su interior- y la incrementa sólo un poco en virtud del cuidado con que su mano se mueve entre los órganos. En una palabra, a diferencia del mago (que está todavía en el médico practicante), el cirujano renuncia en el instante decisivo a ponerse de hombre a hombre frente a su enfermo; en lugar de ello se introduce operativamente en él. El mago y el cirujano se comportan, respectivamente, como el pintor y el operador de la cámara. El pintor observa en su trabajo una distancia natural frente a lo dado; el operador de la cámara, en cambio, penetra profundamente en el tejido mismo del hecho de estar dado. Las imágenes que ambos extraen son enormemente distintas. La del pintor es una imagen total; la del operador de la cámara es una imagen despedazada muchas veces, cuyas partes se han juntado de acuerdo a una nueva legalidad. "



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