La dinastía de los Trastámara (fragmento)Julio Valdeón
La dinastía de los Trastámara (fragmento)

"Ahora bien, el problema que más preocupaba era el de los conversos. ¿No se acusaba a numerosos cristianos nuevos de que, en el fondo, seguían judaizando? Asimismo, los conversos se dedicaban básicamente a oficios que habían ocupado cuando eran judíos, es decir el mundo del comercio y de las finanzas. Ciertamente hubo conversos que llegaron a ocupar cargos concejiles, como los Bertavillo o los de la Rúa en Palencia, los Maluenda o los Cartagena en Burgos y los Marmolillo en Sevilla. Incluso algunos conversos emparentaron con familias del ámbito caballeresco. De todos modos, en los últimos años del reinado de Juan II hubo tensos debates, en los que intervinieron defensores de los judeoconversos, como el obispo Lope de Barrientos y el relator Fernán Díaz de Toledo, así como también detractores de los conversos, caso por ejemplo de fray Alonso de Espina.
El acontecimiento más llamativo de aquellos años fue la actitud popular que estalló contra los conversos en Toledo, en el año 1449. El punto de arranque fue la protesta por un impuesto exigido a los pecheros, de cuya recaudación se encargó Alonso de Cota, un cristiano nuevo. Al frente de aquel movimiento anticonverso se situó Pero Sarmiento, alcaide del alcázar de Toledo. En la sentencia-estatuto, aprobada por los enemigos de los cristianos nuevos, se decía de éstos que «han fecho, oprimido, destruido, robado e astragado todas las más de las casas antiguas e faciendas de los christianos viejos de esta cibdad e su tierra e jurisdicción». Por su parte, el bachiller Marcos García de Mora escribió un memorial en el que acusaba a los conversos de estar «sorviendo por logros y usuras la sangre y sudor del pobre xénero christiano». ¿No llegó a decir Marcos García de Mora que los judeoconversos procedían de un ruin linaje? A la postre, aquella revuelta contra los conversos fue sofocada, mas la actitud contra los cristianos nuevos proseguía en las tierras de la Corona de Castilla.
Al margen de lo señalado, es preciso recordar la aparición, en tierras del señorío de Vizcaya, de una corriente herética. Estamos aludiendo a los «herejes de Durango». ¿Quiénes eran aquéllos? ¿Se trataba de una versión hispana de los «fratricelli» o, por el contrario, se parecían a la secta flamenca de los Hermanos del Libre Espíritu? El dirigente de aquel grupo fue el franciscano fray Alonso de Mella. Los herejes de Durango defendían la comunidad de bienes y de mujeres, se llamaban a sí mismos santos y santas, solicitaban una nueva versión de la Biblia y no creían en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Una crónica de aquella época indica que un elevado número de mujeres del Duranguesado, sin duda atraídas por las predicaciones de Alonso de Mella y de sus compañeros, «abandonaron a sus maridos o a sus padres, para irse con los frailes, dedicándose al adulterio y a la fornicación, al tiempo que exclamaban “Aleluya y caridat”». Hacia el año 1445 aquella herejía terminó siendo sofocada. Hubo, asimismo, una fuerte represión contra los herejes, aunque sus dirigentes, entre ellos Alonso de Mella, lograron escapar, terminando en tierras del reino nazarí de Granada. "



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