El señor Humphreys y su herencia (fragmento)M. R. James
El señor Humphreys y su herencia (fragmento)

"Era un laberinto de forma circular, y los setos de tejo, sin recortar desde hacía muchísimo tiempo, habían crecido lateral y verticalmente de la manera más anárquica. Los paseos, también eran casi impracticables. Sólo haciendo caso omiso de los arañazos, picaduras de ortiga y charcos, pudo Humphreys abrirse paso; no obstante, reflexionó, estas mismas dificultades facilitarían su camino de regreso, porque el rastro que dejaba era bien visible. Por lo que él recordaba, era la primera vez que estaba en un laberinto, aunque hasta ahora no le parecía que se había perdido gran cosa. La humedad y la oscuridad, el olor a presera y a ortiga, eran todo menos encantadores. Sin embargo, no parecía un laberinto demasiado intrincado. Se hallaba ya (a propósito, ¿había llegado por fin Cooper?, ¡no!) muy cerca del corazón sin poner demasiada atención en el camino que seguía. ¡Ah!, aquí estaba el centro, al que había llegado sin gran esfuerzo. Y encontró algo que compensaba su hazaña. Su primera impresión fue que el ornamento del centro consistía en un reloj de sol, pero apartó la maraña de zarzas y enredaderas que lo cubrían, y vio que se trataba de un adorno poco corriente: consistía en una columna de piedra de unos cuatro pies de alto, con una esfera metálica —de cobre, a juzgar por la pátina que la cubría— en la parte superior, la cual tenía grabadas, además, algunas figuras y letras. Eso fue lo que vio Humphreys, y tras examinar brevemente las figuras, comprendió que se trataba de una de esas cosas misteriosas llamadas esferas celestes de las que, como uno se siente inclinado a pensar, jamás ha sacado nadie información alguna sobre el cielo. No obstante, estaba demasiado oscuro —al menos en el laberinto— para poder examinar detenidamente esta rareza, y además oía los gritos de Cooper, que sonaban como los de un elefante en la selva. Humphreys le gritó que entrara siguiendo el rastro que había ido dejando él, y no tardó Cooper en aparecer, jadeante, en el círculo central. Se deshizo en excusas por su tardanza; por fin no había podido encontrar la llave. "


El Poder de la Palabra
epdlp.com