Los perseguidos (fragmento)C.S. Forester
Los perseguidos (fragmento)

"La cerveza iba bien entonces. Combinaba perfectamente con los demás factores que formaban parte de la vida de un lord, como si unos músicos fuesen creando un acorde soberbio añadiendo nota a nota, y cada una de ellas le otorgase mucha más riqueza y armonía, no extraña ni desconocida, sino cada una a su manera anticipada, esperada y satisfactoria. No estaba Riddell con su rubia, pero Ted no había esperado verlos… Riddell solo aparecía por allí el día que las tiendas cerraban más temprano. Pero no importaba. La rubia podía esperar un tiempo, desde luego. Tenía a Madge en casa.
Solo a veces era necesaria una mujer nueva en la vida de un lord. Según la experiencia de Ted, una mujer se volvía a colocar muy alta en su estima tras unas pocas semanas de ausencia o de privación de ella. Recuperaba parte del encanto de la novedad, y no necesitaba tediosas sesiones de doma. Él esperaba aquella noche con gran ansiedad. No quería obsesionarse con el fiasco de la noche anterior. Aquello estaba pasado y enterrado. El día anterior había experimentado un enervante ataque de terror, el primero desde hacía mucho tiempo, que le había puesto de muy mal humor. Era un terror sin motivo alguno, ya lo sabía, pero el terror era incompatible con la vida de un lord. Le había conducido tanto a esperar con ansiedad el regreso de su familia como a comportarse como un cafre cuando llegaron un poco más tarde de lo esperado.
Aquel día había eliminado por completo toda memoria del anterior. Su tercera jarra de cerveza satisfizo la sed y la sensación de que le faltaba algo. Se bebió una cuarta en parte porque Lang le había dado mucho la tabarra, y en parte porque aquel lujo innecesario casaba muy bien con su estado de ánimo, y luego se fue a casa a medida que iba oscureciendo y entre la multitud que salía el domingo por la tarde, mucho mayor de lo habitual aquella noche porque tras un día de lluvia había quedado una tarde muy bonita.
Marjorie estaba en el salón, cosiendo. Había que lavar casi toda la ropa de la familia, una tarea que emprendería al día siguiente, y estaba remendando algunas ropas de repuesto a toda prisa para mantener el suministro hasta que el tendido y la plancha volvieran a poner en uso la pila de ropa que se había acumulado en la habitación auxiliar. Ted le acarició la nuca al pasar por detrás de ella, y luego se hundió, satisfecho, en el otro sillón. "



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