El bufón (fragmento)Fedor Dostoievski
El bufón (fragmento)

"Después, para mí desgracia, estaba allí María Teodorievna, la hija, que aparecía con toda su inocencia, un poco pálida y con los ojos enrojecidos. ¡Y yo, imbécil, que creía ser la causa de aquellas lágrimas! Más tarde, supe que, en efecto, había llorado largamente; pero por otra razón bien sencilla. El oficial de la remonta le había echado las piernas al cuello y no daba señales de vida. Los padres, al tener conocimiento, quisieron sofocar aquella historia, aun cuando la familia estaba ya a punto de aumentarse.
Cuando lo advertí, quise hundirme en la tierra y con la mirada busqué mi sombrero; pero alguien lo había escondido. Me hubiese marchado con la cabeza descubierta; pero habían tomado la precaución de cerrar la puerta. Entonces comenzaron las risas, las palabras amistosas y los guiños de ojos, y aquello me tranquilizó un poco. Mi bien amada se sentó al piano y cantó mi canción favorita. —Ya está olvidado todo —dijo Teodoro Nicolaievitch—. ¡Ven a mis brazos! —Con el corazón ligero me precipité sobre él y lloré sobre su chaleco. —¡Oh, mi bienhechor! ¡Mi padre! —gritaba entre mis lágrimas, mis lágrimas ardientes que corrían a lo largo de mi rostro. ¡Dios mío, si hubieran visto la escena! Lloraba él, lloraba su mujer, lloraba mi María, lloraba todo el mundo… había allí una niña rubia, venida yo no sé de dónde, que lloraba también… De todos los rincones salieron muchachos gimoteando. ¡Cuántas lágrimas! ¡Cuánta ternura! Un hijo pródigo, les aseguro, o un soldado que vuelve de la guerra.
Después ya, aquello fue una verdadera recepción: trajeron pasteles y organizaron juegos de sociedad. —¡Ay, que estoy mala!, decía ella. —¿Quién le ha hecho mal? —¡El corazón! —Se ruborizó la pobrecita. El viejo y yo bebimos punch, y yo me sentí perfectamente.
Cuando volví a la casa de mi pobre abuelita, la cabeza me daba vueltas. Desperté a la vieja, y, muy contento, le conté la historia de mi dicha. —¿Te ha dado el dinero ese bandido? —Sí, abuelita, me lo ha dado. La felicidad está en nuestra puerta. "



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