La familia Golovliov (fragmento)Mijaíl Saltikov-Schedrín
La familia Golovliov (fragmento)

"Nosotros, los rusos, no tenemos un sistema de educación tan fuertemente ideologizado. A nosotros no nos adiestran, de nosotros no se obtienen futuros partidarios y propagandistas de unos u otros principios morales, sino que simplemente nos dejan crecer, como la ortiga crece junto a la cerca. Por eso, entre nosotros hay muy pocos hipócritas y muchos mentirosos, fanáticos y charlatanes. No tenemos la necesidad de ser hipócritas en relación con los principios sociales, porque desconocemos la existencia de estos principios, y no nos protegemos bajo ellos. Existimos en total libertad, es decir, vegetamos, mentimos y charlamos a nuestro antojo, sin ningún principio.
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Por primera vez en su vida Iudushka se lamentó seria y sinceramente de su soledad, por primera vez comprendió vagamente que la gente que le rodeaba no eran únicamente peones, buenos sólo para ser atormentados.
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En una palabra, la tomara por donde la tomara había hecho balance de su vida. Vivir era un tormento innecesario; era preferible morir; pero ahora la desgracia estaba en que la muerte no llegaba. Hay algo infame y traidor en ese retraso insultante de la agonía, cuando se llama con todas las fuerzas a la muerte pero esta sólo seduce y bromea.
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Hay familias sobre las que pesa inevitablemente un negro destino. Esto se percibe especialmente en la pequeña nobleza que, inactiva, sin ningún vínculo con la existencia ordinaria, y sin influencia en los círculos de poder, antaño estaba distribuida en Rusia protegida por la servidumbre y que actualmente, sin ninguna protección, se va muriendo en sus casonas que se derrumban de vetustez. En la existencia de las familias míseras de esta alcurnia, tanto la felicidad como las desdichas son imprevistas, inesperadas, casuales.
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En Francia, la falsedad proviene de la educación, podríamos decir que forma parte de “los buenos modales” y generalmente tiene un dejo político o social muy acentuado. Existen hipócritas de la religión, hipócritas de la conformación social, de la propiedad, de la familia, del gobierno y últimamente hasta aparecieron hipócritas del “orden”. (...) Saben que son hipócritas, de acuerdo con su estandarte, es decir, que son conscientes de su hipocresía, además de saber que los otros también la conocen. Para el francés burgués el mundo es una gran escena en la que se representa una eterna comedia, en la que un hipócrita contesta a otro. (...)
Por nuestra parte, los rusos no tenemos sistemas educativos suficientemente definidos. No se nos enseña con severidad, no se intenta que seamos paladines y promotores de determinados principios sociales, se nos permite crecer tan sencillamente como crece la mala hierba junto al cerco.
Por esta razón contamos con muy poco hipócritas y con muchos mentirosos, santulones y lenguaraces. No es preciso que practiquemos la hipocresía en aras de ningún principio social, puesto que no conocemos dichos principios y que ninguno de ellos nos protege. Somos libres, o sea que vegetamos, fingimos y protestamos por la nuestra, sin fundamentarlo en ningún principio. "



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