Chantecler (fragmento)Edmond Rostand
Chantecler (fragmento)

"El Gallo. [Prorrumpiendo en un grito de horror.] ¡Abominable! Extingue la llama y termina. Aquí nos separamos. Tú no tienes más corazón que alma. [Se va.]
El Mirlo. [Saltando sobre las astillas.] ¡¡Tengo una mente, de cualquier modo!
El Gallo. [Desdeñosamente.] Eso está abierto a la discusión.
El Mirlo. [Ácidamente.] ¡Muy bien! Disponía mi senda poco tendente a la alegría a modo de un grano de antídoto contra la insania. Pero aparto mis garras de ti. Adelante, justifica las ínfulas de tus enemigos.
El Gallo. [Regresando.] ¿Quién? ¿Qué?
El Mirlo. Pavonéate. Eres todo un espectáculo.
El Gallo. ¿Pretendes aliarte con aquellos que me odian?
El Mirlo. ¿Tienes algo que objetar?
El Gallo. ¡No, miserable bufón! La fuerza del hábito es tal que podrías estar más cerca de la amistad que de cualquier otra cosa. [Acercándosele.] ¿Quiénes son mis enemigos?
El Mirlo. Los búhos.
El Gallo. ¡No seas idiota! ¿De verdad crees que los búhos pueden obstaculizar mi sino?
El Mirlo. Descansa feliz, entonces. Ellos tienen un acuerdo -iluminar el mundo con un dudoso gusto- cercenarte la garganta.
El Gallo. ¿De qué modo?
El Mirlo. A través de un pájaro hermano.
El Gallo. ¿Otro gallo?
El Mirlo. Un gallo de San Jorge que te conoce perfectamente.
El Gallo. ¿De dónde?
El Mirlo. De las gallinas de Guinea.
El Gallo. ¡Menuda farsa!
El Mirlo. ¡Espera! Es uno de esos gallos adiestrados para matar con sólo dos mordiscos. [Abruptamente el gallo hace por marcharse.] ¿Adónde vas?
El Gallo. Con las gallinas de Guinea.
El Mirlo. ¡Ah! ¡Olvidé hablarte de sus espuelas! [Trata de prevenirle.] Sigue mi consejo. No vayas.
El Gallo. ¡Voy a ir!
El Mirlo. ¡Espera!
El Gallo. [Parándose justo al lado del florero y mirándolo de forma singular.]
El Mirlo. ¿Qué?
El Gallo. ¿Quisiste decir que saliste de aquí?
El Mirlo. Efectivamente.
El Gallo. [Incrédulamente.] ¿Pero cómo pudiste entrar ahí?
El Mirlo. [Entrando.] ¡Ya te lo conté y te lo contaré de nuevo! A través del pequeño agujero negro. [Mira el suelo a través del agujero.]
El Gallo. ¡La tierra! ¡Ahora podrás ver el cielo! [Con un vigoroso batir de alas logra dar la vuelta al florero en medio del aleteo y los gritos ahogados.] Aunque odies y rehúyas el cielo, morador de floreros, ahora nadie podrá impedirte que el horizonte de tu mirada se extienda más allá de un florero. [Se marcha.] "



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