La soledad de la república (fragmento)Ángel Viñas
La soledad de la república (fragmento)

"La empresa, teniendo en cuenta las condiciones del mercado, creía poder vender sin dificultad unas cien mil libras diarias que acrecentarían las disponibilidades republicanas ya que no se resarciría del préstamo y de sus intereses sino hasta la venta de las últimas remesas. Las enajenaciones diarias previstas suponían un 40 por 100 de las que se producían en el mercado. Forzarlas llevaría a depreciar la cotización del metal.
Para situar el oro en Londres la empresa pondría a disposición del Gobierno una flotilla de seis aviones que podían transportar media tonelada por aparato tres veces por día. Los gastos de transporte diarios ascenderían a 50 libras por avión, si el oro venía de París, y a 150 si procedía de Madrid. Ahora bien, había una «pega». La empresa tenía que justificar el origen del oro y su destino. La firma del embajador en Londres sería imprescindible. Pero si el oro venía de París, quien debería hacerlo era el representante republicano acreditado en esta capital, cuya firma tendrían que legalizar el Quai d’Orsay y la embajada británica. Esto equivalía a destapar toda la operación. Si Negrín consideró que la gestión en Londres podía ser una alternativa a las ventas al Banco de Francia debió de llevarse una decepción. Gabriel Franco le escribió una nota, con todos los anteriores datos, en algún momento posterior al 16 de octubre de 1936, pero es posible que se los comentara a medida que transcurría la operación. La modestia de sus cifras hablaba, en cualquier caso, por sí sola. "



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