La Capitana (fragmento)Elsa Osorio
La Capitana (fragmento)

"Un sueño estas vacaciones en la Savoie que comienzan dentro de pocas horas. Qué suerte han tenido: Nicole, una camarada que conoce la región, les propuso tomar un alojamiento a medias, en total 1200 francos, lo mismo que gastan en París. Los pasajes a precio reducido los compró el hijo de Nicole, después de más de seis horas de cola.
Al fin Hippo, que cierre por favor esa valija, ella preparará la cena.
El tren sale a las doce en punto. Mañana es uno de agosto y París dormirá la siesta, no habrá bibliotecas abiertas, ni cursos, ni reuniones.
En la Gare de Lyon, cientos de parisinos empiezan sus vacaciones: voces, humo, calor. Hippo lleva los billetes y camina delante de Mika con paso firme, llegan con tiempo de sobra pero quieren subirse cuanto antes al tren, dejar las valijas que pesan tanto. Ya hay cuatro viajeros en el compartimento, no habrá forma de dormir pero están contentos, Mika se recuesta sobre el hombro de Hippo y mira por la ventanilla. Parece otro París éste que se va de vacaciones, tan distinto del que se amontona en las estaciones del metro en invierno. Éstos son trabajadores, camino de disfrutar de un merecido descanso.
El sonido del tren que arranca, Hippo entusiasmado como un niño: Salimos, Mikusha, nos vamos de vacaciones.
La noche en tren es larga, su vecino de asiento ronca fuerte; por suerte Hippo, después de varias piruetas para acomodar sus largas piernas, se ha quedado dormido. Mika se levanta con cuidado. El baño. No, tampoco ahora. Esperará una semana y, si no hay novedad, se lo dirá a Hippo. ¿Cómo reaccionará? El movimiento del tren le produce una agradable modorra, y de la nada, la imagen del bebé.
¿Qué le pasa? ¿Será verdad que ser madre es la vocación natural de la mujer, su destino fisiológico? ¿Natural?, ¿qué está pensando? Tan natural la perpetuación de la especie como su vocación revolucionaria. Y un hijo es incompatible con la elección de vida que han hecho. La función reproductora no debe estar dirigida por el azar biológico, sino por la voluntad, se dice.
Nada de lo que piensa parece tener sentido. Lo que le sucede es más simple que todas esas elucubraciones: ahora ama a Hippo de una manera diferente, su cuerpo desea tanto el cuerpo de Hippo que le gustaría tener un hijo con él, prolongarse en un hijo. Una idea tan primitiva. Y tan de verdad que le está sucediendo.
Un chaparrón a las cinco de la madrugada, luego un sol radiante a las siete y el maravilloso lago del Bourget a las nueve se tragan el tiempo hasta mediodía.
Mika se ha dormido y ya están en la Savoie cuando se despierta, dulces los colores y las formas, las casitas acurrucadas en los valles, las aldeas grises y rojas, las cascadas de juguete.
Una semana ya. Mañanas de pleno sol sobre la terraza, un exiguo maillot por toda vestimenta, los ojos clavados sobre el terciopelo de los pinos en sombra, tardes de caminatas, lecturas, caricias. La piel bronceada y ese bienestar donde corcovea la inquietud. "



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