De los divinos, los malditos (fragmento)Dorio de Gádex
De los divinos, los malditos (fragmento)

"En el año 1877, tocando a su fin la guerra turco-rusa, el rey Víctor Manuel de Italia y su ministro Depretis, confiaron a Francisco Crispi la misión de tratar con Bismarck sobre una alianza entre Italia y Alemania, para la que éste había demostrado interés: Italia se encontraba entonces en una situación internacional bastante crítica, expuesta a las hostilidades de Austria y Francia, y los resultados del Risorgimento parecían expuestos a perderse. Crispi, antes de buscar una inteligencia con Bismarck, trató de conocer las disposiciones de Francia e Inglaterra.
En París, adonde se trasladó primero, tuvo una entrevista con Mr. Décazes, quien le habló de sus grandes simpatías para Italia; pero mostróse muy preocupado por la supuesta existencia de un «partido prusiano» e hizo constar su creencia de que Italia, en caso de guerra de la República con Alemania, atacaría a su patria.
Crispi hizo todo lo posible para desvanecer estas sospechas, mas fué inútil, sacando, entonces, la consecuencia de que su país debía preocuparse de su seguridad.
Seguidamente, el ilustre diplomático marchó para Wildbad, donde «el canciller de hierro» estaba tomando las aguas.
—Tengo el encargo de preguntarle —le dijo—, si se halla usted inclinado a convenir con nosotros una alianza, para el caso de que nos viésemos obligados a batirnos con Francia y Austria.
—Mis intenciones,—repuso Bismarck— en el caso de que Francia ataque a Italia, será prestarles el máximo de ayuda, pues hay que abatir al común enemigo. A este fin podremos firmar un convenio; pero supongo que la paz no se perturbará: la república en Francia será viable mientras no piensen sus hombres en aventuras bélicas.
La guerra, a mi modo de ver, solo sería posible si volviese a establecerse la monarquía. Las dinastías de ese país son clericales por fuerza y como el clero es intranquilo y poderoso, los reyes no pueden menos que ser batalladores, a fin de engañar con estúpidos laureles a las masas, y por consiguiente buscan siempre querellas con las nacionalidades limítrofes.
Muy diferente se presenta la situación en lo que concierne a Austria. Me es imposible imaginar siquiera que pudiese atacaros, y hasta confieso que jamás he pensado en semejante complicación. Mañana habré de entrevistarme con el conde Andrassy, y con toda lealtad quisiera darle mi palabra de que no tengo compromiso con nadie. "



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