Palacio del cinematógrafo "Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero como siempre. Tú sabes que estoy aquí. Te espero. A través de un oscuro bosque de ilusionismo llegarás, si traído por el haz nigromántico o por el sueño triste de mis ojos donde alientas, oh lámpara temblorosa en el cuévano profundo de la noche, amor, amor ya mío. Llegarás entre el grito del sioux y las hachas antes de que la rubia heroína sea raptada: date prisa, tú puedes impedirlo. O quizás en el mismo momento en que el puñal levanta las joyas de la ira y la sangre grasienta de los asesinos resbala gorda y tibia, como cárdena larva aún dudosa entre sopor y vida, gotando por el rojo peluche de las localidades. Ven ahora. Un lago clausurado de altos árboles verdes, altos ministriles, que pulsa la capilla sagrada de los vientos nos llama; o el ciclamen vivo de las praderas por donde el loco corazón galopa oyendo al histrión que declama las viejas palabras, sin creerlas, del amor y los celos: «Pagamos un precio muy elevado por aquella felicidad»; o bien: «Ahora soy yo quien necesita luz». y más tarde: «Tuve miedo de ir demasiado lejos», en tanto que el malvís, entre los azafranes del tecnicolor, vuela como una gema alada. Ah, llega pronto junto a mí y vence cuando la espada abate damascenas lorigas y el gentil faraute con su larga trompeta pasea la palestra de draperías pesadas junto al escaño gótico de Sir Walter Scott. Vence con tu áureo nombre, oh Rey Midas; conviérteme en monedas de oro para pagar tus besos, en el vino de oro que quema entre tus labios, en los guantes de oro con los cuales tonsuras el capuz abacial de rojos tulipanes. Vendrás. Alguna vez estarás a mi lado en la tenue penumbra de la noche ya eterna. Sentado en la caliza de astral anfiteatro te esperaré. Tal ciego que recobra la luz, me buscarás. Tus hijos estarán en su palco de congelado yeso, divertidos, mirando increíbles proezas de cowboys celestiales, y yo, ya sabes dónde: impares, fila 13. " epdlp.com |