Vida del escudero Marcos de Obregón (fragmento)Vicente Espinel
Vida del escudero Marcos de Obregón (fragmento)

"Si se hallaren algunas inadvertencias, atribúyase a mi poca erudición, y no a mi buen deseo, que advirtiéndome de ellas, con mucha humildad recibiré la corrección de cualquiera que con buena intención me quisiere enmendar, que quien ha querido enseñar a tener paciencia, mal cumpliría con sus preceptos si le faltase para oír y recibir la corrección fraternal, que sin ella, ni opusiera el pecho a las olas y crueldades del furioso tridente, ni ablandara la inclemencia de los salteadores, ni redujera a buen término los impíos y continuos trabajos de la esclavitud, ni atrajera a mi favor la grandeza elevada de los poderosos, ni gozara de la gran cortesía de los príncipes, ni sujetara a tantos y tan inmensos torbellinos como trae consigo la fragilidad humana, sin la divina virtud de la paciencia: que cuando no haya hecho otro efecto en mí sino librarme del pernicioso vicio de la ociosidad, que tan extendida he visto por todos los estados de los hombres, me bastara tener y haber sacado gran fruto de mis trabajos: y si la juventud advirtiese bien los hijos que va criando la ociosidad, tomando ejemplo en los daños ajenos, ni rehusarían los peligros de la soldadesca, ni vendrían a miserable servidumbre, ni se sujetarían a las necesidades que ven padecer y traer arrastrados a varones de buenos nacimientos, rendidos, a mil bajezas, que pudieran remediar a su salvo con buen tiempo: de criar los hijos consintiéndolos andar ociosos, vienen los padres a ver exorbitantes delitos que no pueden remediarse sino con mucha infamia, o con mas hacienda de la que poseen. La ocupación es la grande maestra de la paciencia, virtud en que habíamos de estar siempre pensando con grande vigilancia para resistir las tentaciones que nos atormentan dentro y fuera. Al fin con ella se alcanzan todas las cosas de que los hombres son capaces. Que aunque haya calidad, bienes temporales y abundancia de humanos favores, sin esta virtud no se puede llegar al colmo de lo que se desea: y si a la paciencia se allega la perseverancia, todo lo facilita y todo lo enseña: al pobre, a que pase su vida con quietud y mejore su estado: al rico, a que conserve lo adquirido sin apetecer lo ajeno al gran caballero, a que no se contente con la sangre que de sus pasados heredó sino pasar adelante: al pródigo, a que se ajuste con lo que tiene y puede tener: al miserable y avariento, a que entienda que no nació para sí solo: al valiente y arrojadizo, a que refrene los ímpetus que tanto mal acarrean: al cobarde, a que se tenga por virtud en él lo que es falta de ánimo: al que se ve en trabajo, a que los lleve con aliento y suavidad. ¿Qué no hace la virtud de la paciencia? ¿Qué furias del mundo no sujeta ¿qué premios no alcanza? Pero si un flemático sabe airarse y ejecutar con vehemencia los ímpetus de la cólera, ¿por qué un colérico no sabrá templarse y perseverar en los actos, de paciencia? Tenemos ejemplos presentes y vivos de esta verdad muchos, y para imitar. Más con uno solo se verá lo que puede la excelente virtud de la paciencia. ¿Quién pensara que de tan gran cólera, con sangre, riqueza y juventud, como la que tuvo en sus primeros años el duque de Osuna D. Pedro Girón, vinieran tan admirables virtudes como las que tienen espantado el mundo? ¡Que habiendo sido un furioso rayo de cólera, impacientísimo en los tiernos años de su mocedad, sujetase con grande paciencia su robusta condición a servir en Flandes con tantas ventajas que templase la furia de los amotinados, y pusiese su valeroso pecho a recibir los mosquetazos con que querían escalar y saquear su casa! ¿Qué paciencia no tuvo, con templanza y justicia, gobernando a Sicilia? ¿Y qué valor, sin ella, bastara para la ejecución de sus soberanos intentos, echando por mar y tierra tan poderosas armadas, que ha entrenado la potencia de los turcos, haciendo temblar a los demás enemigos, con que ha sido amado y temido de las gentes a quien ha gobernado y gobierna? "


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