La piedad de una reina (fragmento)Marcos Zapata
La piedad de una reina (fragmento)

"Canc. ¡Señora! (Inclinándose al entrar.)
Leo. ¿Vos, Canciller? (Con tono amable.) ¿Y el dictamen del Consejo?
Canc. Humildemente lo dejo en vuestras manos. (Entrega un papel á la Reina.)
Leo. ¿A ver? (Tomándolo con ansia y leyendo.) ¡Se encuentran las opiniones (Después de leer un momento y dejando el papel sobre la mesa.) divididas!...
Canc. ¡Ciertamente!
Leo. Y vos, señor Presidente, el primero en las funciones del Gobierno, el más preciado sostén de la dinastía, cuya alta sabiduría rige el timón del Estado, ¿qué opináis?
Canc. ¡Que no disiento! ¡Que estoy de conformidad!
Leo. ¿Con quién? (Con extrañeza.)
Canc. ¡Con su majestad!
Leo. ¿Conocéis mi pensamiento? (También con extrañeza.)
Canc. ¡Y es más, publicarlo ansío! (¡Que si no lo conociera, (Aparte y con viveza.) daba el trabajo á cualquiera de penetrar en el mío!)
Leo. ¡Luchamos solos!
Canc. Quizás.
Leo. ¡Pero al fin cuento con vos!
Canc. ¿Y estando nosotros dos de acuerdo y juntos... qué más? (Sonriendo.) El soberano ejercicio (Con cierta solemnidad.) del indulto en las actuales circunstancias, muchos males puede evitar, á mi juicio. Primero, la democracia, mostrándose agradecida, se ha de replegar, vencida ante el favor y la gracia. Y segundo, en la nación donde una dama gobierna, no hay política más tierna y natural que el perdón! (Aparece el Ugier á la izquierda, anunciado á Róbel.)
El Ugier. ¡Su excelencia el Mariscal!
Canc. ¿Róbel? (Al oír la voz del Ugier.)
Leo. ¡Sí, nuestro adversario más temible! !Es necesario que lo venzáis!
Canc. Haré lo posible."
que reparte las palmas de la gloria
y avienta las cenizas del malvado. Bemav. ¿Echasteis fuera ya todo el ea ojo?
¿de ese fiero carácter irascible
más propio del infierno que del claustro?
¿Vos ministro de Dios? es imposible,
¡la amenaza, el insulto, la violencia! "



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