Limones amargos (fragmento)Lawrence Durrell
Limones amargos (fragmento)

"Lo malo era que el hipotético golpe resonaría ahora en las Naciones Unidas, en los oídos de aquellos cuya atención podía ser atraída con más facilidad por la "opresión colonial" que por el hambre en la India. Por sobre todo, parecía necesario no engendrar mártires que consolidaran el caso griego. En realidad la isla estaba tranquila, a pesar de las huelgas y demostraciones; la prensa era libre; no había ningún preso por delitos políticos; la vida era normal. Además, en apariencia los griegos presentaban su caso con tan abrumadora cortesía y amistosidad, que todo aquello podía pasar en silencio por sobre la cabeza de los pueblos del mundo. Era fundamental no enconar las cosas hasta que pudiera juzgarse acerca de los resultados del llamamiento.
Júzguese mi sorpresa, pues, cuando una mañana de agosto bajé la colina y me encontré con que los alguaciles de la calle Bow habían pegado en la puerta de la taberna un majestuoso documento redactado en mandarín, que ofrecía una Constitución junto con una seria admonición contra la hostilidad... todo en el estilo pompier de que tanto gustan los juristas y funcionarios. Ni la admonición ni la Constitución resultaban claras, y cuando se me incorporó un barbudo grupo de pastores, todos los cuales leían el cartel con furiosa concentración, moviendo los labios, no pude dejar de compartir el suspiro de consternación que surgió.
-¿Qué significa esto? - preguntó Dmitri, pasmado -. ¿Significa que ya no podemos hablar de la Enosis sin ir a la cárcel? ¿Ni cantar el himno?
Yo no pude aclararle las cosas; pero en apariencia eso era lo que quería decir el cartel, aunque los términos eran amplios y vagos. Además, la Constitución parecía ser el borrador de un borrador, destinado a atraer más que a confundir, a pesar de que no contenía fórmulas susceptibles de aceptación o rechazo. Todo ello tenía un aspecto desconcertante.
En Kirenia vi a grupitos apiñados en tomo de otros ejemplares pegados en puertas y tableros... apenas se necesitaban diez minutos para leer el texto. Todo era desconcierto.
En Nicosia el asombro era atemperado por un irracional espíritu de diversión.
-¿Significa esto - preguntó un periodista - que no podemos citar despachos de la prensa inglesa que contengan la palabra "Enosis"?
Me sentí sinceramente agradecido de no haberme hecho cargo aún de mis funciones, ya que no me habría sido posible contestar la pregunta. Pero un funcionario subalterno con el cual me encontré parecía sumamente alborozado. "



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