Sobre la abstinencia (fragmento) Porfirio
Sobre la abstinencia (fragmento)

"Siendo el primer dios incorpóreo, inmóvil, indivisible, no estando contenido en cosa alguna, ni dependiendo en sí mismo, de ningún elemento externo necesita, como se ha dicho. Por la misma razón el alma del mundo, al tener una dimensión triple n y la facultad de moverse por si misma, goza de una predisposición natural para optar por moverse de una manera bella y ordenada y mover el cuerpo del mundo de acuerdo con las mejores razones. Contiene y envuelve el cuerpo en sí misma, aunque sea incorpórea y no participe de pasión alguna. Respecto a los demás dioses (el mundo, los dioses fijos y los errantes), dioses visibles, por lo demás, por constar de alma y cuerpo, hay que demostrarles nuestro agradecimiento del modo que se ha dicho mediante sacrificios de seres inanimados. Nos resta, además, la multitud de divinidades invisibles, a los que Platón, de un modo indistinto, ha llamado «dérnones»-. Entre ellos, unos reciben su nombre de los hombres y obtienen en cada pueblo honores iguales a los dioses y el resto del culto; otros, en su mayor parte, no reciben nombre alguno, sino que en aldeas y en algunas ciudades reciben, por obra de algunas personas, un nombre y un culto obscuros. El resto de la multitud se denomina comúnmente con el nombre de démones, y respecto a todos ellos existe el convencimiento de que pueden causar daño, si se irritan por un desprecio y por no recibir el culto fijado por la ley, y, por el contrario, pueden otorgar un beneficio si se les propicia con votos, súplicas, sacrificios y las prácticas cultuales que ellos conllevan.
Resultando confusa la idea que de ellos se tiene, hasta el punto de caer en un gran descrédito, necesario se hace diferenciar su naturaleza de un modo racional. Quizá es necesario, dicen, desvelar el origen del error existente entre los hombres sobre el tema. Hay que establecer, pues, una distinción. Todas las almas que se originan del alma universal administran grandes espacios de las regiones sublunares, apoyándose en su soporte neumático, al que dominan gracias a la razón, y hay que considerar que ellas son los démones buenos, por gestionarlo todo en beneficio de sus administrados, ya se encarguen de determinados animales, ya de las cosechas que se le hayan encomendado, ya de otros fenómenos que a éstas contribuyen, como las lluvias, los aires moderados, el buen tiempo, ya de otros aspectos que a éste colaboran, como las temperaturas de las estaciones del
año, ya, en fin, tengan que ver con las artes, bien se trate de las artes liberales, de la educación en general, de la medicina, de la gimnasia o de cualquier otra disciplina parecida. Es imposible, en efecto, que éstos nos procuren ayudas, por un lado, y que sean causantes de maldad, por otro, en los mismos seres. Entre éstos hay que contar también a los transportadores, como dice Platón, que anuncian a los dioses los actos de los hombres y a los hombres los de los dioses», y elevan nuestras plegarias ante los dioses, como ante unos jueces, manifestándonos, a su vez, mediante los oráculos, los consejos y advertencias de aquéllos. Por otra parte, todas las almas que no dominan su corriente contigua de aire, sino que en su mayor parte son dominadas por ella, son ajetreadas y zarandeadas en exceso por este mismo motivo, cada vez que los arrebatos y los deseos de la corriente de aire toman impulso. Estas almas también son dérnones, pero con todo merecimiento pueden recibir el nombre de malvados. "



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