Luna Llena (fragmento)P. G. Wodehouse
Luna Llena (fragmento)

"El dos plazas era un coche que podía alcanzar los ciento veinte kilómetros en el apogeo de su fiebre, y llegó a las puertas del castillo en un mínimo de tiempo. Pero una vez pasó por ellas redujo la marcha. Había observado delante de él una figura familiar.
—¡Hola, Tippy! —llamó. Llevaba prisa, pero es imposible pasar junto a un viejo amigo haciéndole un simple ademán con la mano después de llevar dos días separado de él.
Tipton Plimsoll se detuvo, miró por encima del hombro, y al ver quién era el que lo había llamado frunció intensamente el ceño. Llevaba un rato andando de un lado a otro del paseo, sumido en profunda meditación, y entre sus pensamientos había varios particularmente duros para aquel viejo y cordial ex amigo.
Ex, decía, porque si hubo un tiempo en que vio en Frederick Threepwood al compañero nato con quien seguir adelante cogidos del brazo, dispuestos siempre a volar de altas esferas en altas esferas, en ese momento, sólo veía en él a un rival en amor, un rival siniestro, astuto, marrullero, que podía ser clasificado sin vacilación dentro del orden de los reptiles. A su juicio, si no podían clasificarse como reptiles los tipos que andaban seduciendo muchachas inocentes después de haber arrojado al arroyo a sus antiguas esposas como si fuesen tubos viejos de pasta dentífrica, no sabría verdaderamente cómo clasificarlos.
—¡Hum! —dijo reservadamente. Un hombre tiene que contestar algo cuando le dirigen la palabra, pero no tiene la obligación de mostrarse radiante.
Su melancolía no pasó inadvertida. Difícilmente podía pasarlo, como no fuese en un entierro. Pero Freddie, dándole una errónea interpretación, estuvo más satisfecho que ofendido. En un hombre que se abstiene súbitamente de brebajes alcohólicos que fueron en un tiempo su principal forma de nutrición, es de esperar cierto mal humor, y aquella actitud digna de Hamlet le sugería que su antiguo compañero de juegos seguía aún su severo régimen, lo cual decía mucho en su favor. El único comentario al desfallecimiento de su amigo fue bajar la voz por compañerismo, como lo hubiera hecho junto a un lecho de enfermo.
—¿Has visto a Prue en alguna parte? —preguntó con un tenue susurro.
Tipton frunció el ceño. "



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