Juno y Ganimedes (fragmento) "Y ella le daban al retrato Toda la poesía de la vida. «Por todo ello, Madame, parece claro Que esta falsa vergüenza, cortedad, Y» añade, «si se quiere, hasta virtud De la primera juventud no puesta a prueba Privó de su poder a mil encantos; Sólo el estímulo, las artimañas Y un trato complaciente han de vencerla. Por mucho que el orgullo se resista, Vos misma habéis de dar el primer paso». — «¿El primer paso, yo? ¡Puede esperar sentado, Que por nada del mundo lo he de dar!» «Madame, Madame, ¿qué reparos son ésos? ¿Es que por aferraros a un prejuicio Vais a aguardar a lo que deje Ceres? Seguro que —» «¡Está bien! No se hable más, ¡Ya te dije que tengo que vengarme! El muchacho es muy digno de un desliz, Mas no seré yo sola quien se ocupe; Tendrás que preparármelo un poquito». La doncella, como es de suponer, Asume de buen grado esta misión; Y así esa misma noche, diligente, La lleva a cabo sin mayor tardanza. Una floresta de jazmín y mirto, No lejos de la sede de los dioses, Le sirve de lugar de iniciación. Si brillaba la luna, poco importa; Baste con que el ingenio de la moza Se impuso, para gusto de ambas partes, Sobre la cortedad de Ganimedes. " epdlp.com |