El regreso (fragmento)Bernhard Schlink
El regreso (fragmento)

"Todos los días esperaba con ilusión el momento de contarle un cuento antes de dormir. Tras la primera historia de hombre que regresa a su hogar, él siempre quería oír una nueva. La historia en la que el hombre que regresa pone a prueba a su mujer, que no lo reconoce, cortejándola, lo que ella rechaza por fidelidad. O aquella en la que él comprueba su fidelidad explicándole que su marido ha encontrado la felicidad conyugal y familiar lejos de casa, y ella escucha con tristeza, pero sin celos y llena de amor. O aquella en la que él encuentra a su mujer con otro y sigue su camino sin que lo reconozcan ni darse a conocer, porque lo habían dado por muerto y no desea perturbar la nueva felicidad que ha encontrado la mujer tras el largo luto. En una historia, uno declaró falsamente que el marido regresado está muerto y éste se venga matándolo, y en otra el autor de la mentira es el nuevo marido, y el regresado se da a conocer y lucha y vence y salva a la mujer de una dicha nueva falsa proporcionándole la verdadera. A Max le encantaba la variante del hombre que regresa el día de la boda, ve a la pareja caminando hacia el altar y tiene que decidir en el acto qué hacer. También le gustaba la variante en la que ambos hombres traban conocimiento y buscan juntos una salida a su desesperada situación.
Además había historias del hombre que regresa con otra mujer porque estando lejos le informaron por error de la muerte de su esposa o porque la otra mujer le ayudó a huir o le salvó de algún otro peligro. Había otras del hijo que regresa con y sin hermano malo, con y sin madrastra malvada, con padre bondadoso o severo. Había historias de marido, padre o hijo que regresa y tras la prolongada ausencia se siente tan extraño en casa, se adapta tan mal, y se muestra tan reservado, tan injusto o tan malvado, que induce a los demás a que lo echen de casa. Cuando Max se empeñaba en oír una historia nueva, me daba cuenta de las muchas que conocía. Y, tras buscar, hallé y leí muchas más aún.
¿Debía volver a trabajar y viajar más cuando Max se fuera? ¿O buscar las últimas mujeres de Ulises? ¿Reunirme con más frecuencia con los amigos? ¿Aprender a jugar al tenis o al golf? Durante el trayecto a casa comprendía que ninguna de esas opciones me convencía. Pero ¿qué podía hacer si no?
Debe de ser la crisis de los cuarenta, me dije, y al etiquetar mi problema me sentí mejor durante un instante. Pero después pasó y me vi a mí mismo: un hombre de más de cuarenta años, empleado en una editorial, moderado éxito y moderadas ganancias, coche corriente, piso apañado, sin familia, sin compañera, sin perspectivas de cambio para bien o para mal. Cuando empezaba a autocompadecerme, recordé a Aquiles muerto, que dice a Ulises en el Hades que prefiere vivir siendo jornalero antes que príncipe en el reino de los muertos. "



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