Jardín prohibido (fragmento)Tankred Dorst
Jardín prohibido (fragmento)

"Indecisa, mira alrededor, cierra la puerta con enfado. A través de las contraventanas rotas entra la luz veraniega haciendo rayas de tembloroso polvo, dibujando grecas deslumbrantes en zig-zag sobre el suelo de suciedad encostrada. Palomas muertas, ya medio descompuestas, plumas, una escudilla con cortezas de pan duras como piedras, el muñón de una brocha de afeitar en el lavabo sobre el herrumbroso estante; el revoco se ha desprendido de las paredes agrietadas y está en el suelo hecho migajas. La condesa dibuja con el dedo los garabatos de la puerta. La silueta de un pene erecto y encima, aprovechando las vetas de la madera un óvalo alargado rodeado de una colina de pinchos profundamente grabados.
-¡Estás ahí! ¡Te estoy oyendo! ¡Respiras! ¡Te oigo respirar! ¡Noto que me estás viendo, que me observas! Que ves mi cara —dice volviéndose rápidamente— ¡mi cuello..., mis hombros..., estás embobado mirándome observándome y se te cae la baba!... ¡Gabri! Pero ahora en este rincón... ¡aquí está oscuro, aquí no me ves! Yate oigo respirar. ¡Que lástima que no me veas! Ahora me estoy quitando la combinación. Ahora me quito la camisa. No me estás viendo, si no te oiría jadear detrás de la pared.
Va corriendo hacia la otra parte, donde hay claridad.
[...]
Bailotea a lo largo de los palcos donde las señoras elegantes se inclinan hacia delante, para saludarle desde arriba. El hace una reverencia, lanza besos con la mano hacia las sombrillas y los sombreros que ondeaban, se columpia de un lado a otro, echa la cabeza hacia todos lados con tal rapidez que las correas de su gorra de aviador le revolotean en la cara. ¡Mirad todos acá! ¡Admiradme! ¡Aún estoy entre vosotros, podéis contemplarme de cerca! Casi igualo a los caballeros que habéis traído para enseñarles cómo ha de ser un hombre para que lo améis. ¡Camino, bailo y en seguida volaré! Va saltando por el prado hacia su aeroplano, trepa hasta el asiento. De repente parece inerte, un muñeco rígido, se ha convertido en una parte del avión. ¡El hombre cósmico! Lejos, muy lejos de esta explanada de fiestas, en medio de la guerra, arroja poemas sobre las ciudades en llamas.
[...]
-¡Me asusta! ¡El banco entero está verde y también el bordillo del estanque! El agua se filtra por encima del bordillo y se busca una nueva cama. Y el estanque está lleno de piedras -grita exaltado- ¡por algunos sitios ya se ven por encima de la superficie del agua que destella! Bajan de la montaña con el agua, los oigo, cómo se frotan y chocan unos con otros desmenuzándose, ¡tengo un oído tan fino! Toscanini me dijo una vez: tiene usted el oído de un músico privilegiado. ¡Pero cómo atormenta eso a veces, Laude! Pronto estará el estanque lleno hasta arriba de piedra picada, apenas sí se reconocerá ya la silueta, la silueta del violín... el violín, el agua... ¡La naturaleza devora celosa mis marcas! Tratamos de imprimir a la naturaleza nuestra historia, le grabamos nuestras marcas, pero sin embargo ella prolifera como la mala hierba por encima, como para cerrar una herida inmunda... pronto nuestras metáforas dejan de ser legibles, desaparecen, se pierden. "



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