La cruz y el lirio dorado (fragmento)Fernando Fernán Gómez
La cruz y el lirio dorado (fragmento)

"Y ríen como simples, como jóvenes que son. No ríen de las explicaciones del padre Imbriani, y mucho menos de los postulados del Maestro Eckhart, sino de ellos mismos, como si se vieran desde fuera y pudieran burlarse de su dificultad para comprender y de sus esfuerzos para lograrlo.
Pero todas estas disquisiciones, se pregunta con insistencia Stefano, por muy trascendentales que sean, ¿guardan alguna relación con su «pecado»?
El director espiritual, en confesión, le ha dicho que lo peor de su pecado es que ha sido contra la pureza; si hubiera sido un pecado de lujuria y no más, la penitencia habría sido más leve, pero, habiendo sido contra la pureza, contra la inocencia, puesto que inocente y pura es Claudia, la penitencia debe ser mucho mayor. Y el arrepentimiento y el propósito de enmienda, absolutamente rigurosos. Se empieza por un simple beso que puede parecer casto, puro, y se puede acabar en el infierno, pues no hay que olvidar que una de las máscaras que más utiliza el diablo es la de la inocencia.
Se siente inclinado Stefano a hacer confidencias a Bruno respecto a lo que le atormenta, pero su timidez, o su pudor, le frena.
Bruno tiene dudas. Está en el convento porque su madre hizo una promesa. A él le atrae del seminario la discusión filosófica, escolástica o no, siempre que esté alejadísima de la mística. A Stefano lo que más espacio de su cerebro le ocupa es el concepto del pecado, sobre todo de «su pecado». Pero no se atreve a comunicárselo a su amigo, pues le han atemorizado las amenazas del confesor.
Y ante la sorpresa de Stefano, un día es su amigo Bruno quien le hace a él esa confidencia. Ha tenido relaciones carnales con una mujer de su pueblo, una mujer de malas costumbres. Él, Bruno, se sintió muy atraído por su propia hermana, dos años mayor que él, y, para desahogarse, para librarse de la amenaza de ese horrible pecado, fue con unos amigos en busca de la mujer de malas costumbres y copuló con ella. Él ya sabía que el pecado de lujuria era menor si no afectaba a la pureza y que también era menor la penitencia. Lo que le parece más difícil es que el arrepentimiento sea sincero. "



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