El sexo débil ha hecho gimnasia (fragmento)Enrique Jardiel Poncela
El sexo débil ha hecho gimnasia (fragmento)

"FELICIO. — (Viéndola marchar, sonriendo.) ¡Qué poco cuesta dar una alegría a los que no han tenido nunca amor!
(Se va detrás. Las vidrieras del balcón se abren entonces de un golpe y surgen por allí MARIANO y LUCÍA. El primero trae la chistera encasquetada, se envuelve en el chal de LUCÍA y viene de un humor de perros. LUCÍA cierra tras ambos las vidrieras del balcón.)
MARIANO. — (Furioso.) ¡Bien! ¡Ya está bien!
LUCÍA. — (Disculpándose.) para comer... Si es que ella nos reclama
MARIANO. — ¡Qué bien! ¡Ya oigo que llama!
(Se quita el chal, que da a LUCÍA, y deja la chistera en el velador.)Pero comer es una palabrota, y, si a ti aún te interesa, ello denota que no sientes el drama de mi drama...
LUCÍA. — ¿No he de sentirlo? Si hace un cuarto de hora que te expongo mi idea...
MARIANO. — ¡Salvadora idea con que todo se decide!...Que olvide mi fracaso...
(Irónico.)¡Que lo olvide!¡Olvidable es el hecho en forma y fondo!¡Nadie olvida, querida, aquello que en lo hondo trae la muerte escondida! ¡Nadie! ¡Ni una persona sola, esas cosas olvida! Cómo no he de olvidar yo... ¡esta pistola!
(Mostrando el mango de una pistola que lleva en el pecho, debajo de la levita.)que acabará mi vida!...
LUCÍA. — (Asustadísima.) ¡Pero Mariano! ¿Aún piensas en matarte?
MARIANO. — (Volviéndose a guardar la pistola. Con desdén.)¿Que si lo pienso? ¡Eres un caso aparte de tanta estupidez que da fastidio!...¿Pues no me has oído decirte y repetirte que es cosa decidida mi suicidio?¡Te juro que no acierto, Lucía, a comprender, que habiéndote hecho ver en privado, al llegar, que estaba muerto, llores como en tu infancia, porque ahora, oficialmente, me dé un tiro en la frente, pues es un detalle ya sin importancia!....
LUCÍA. — (Llorando desconsolada.) ¿Un detalle un balazo?
MARIANO. — ¡Nada más! ¿Qué más va a ser pegarle a un muerto un tiro?
LUCÍA. —¡No me convencerás! Pues yo hoy te veo, y te oigo, y te respiro; ¡pero después del tiro no hablarás, ni ya te oiré, ni te veré jamás!
MARIANO. — ¡Ni me respirarás, conforme! ¿Y qué?
(Gravemente.)¿Crees, Lucía, que ya, en lo sucesivo,—esté muerto o esté vivo—,ni hablar, ni respirar conseguiré? Pues ¿no ves que se me ha mostrado esquivo el arte del que siempre fui cautivo y que en este arte, en que triunfar soñé, desde ayer por la noche, soy sólo un fracasado y un fantoche?
LUCÍA. — (Dolida.) ¡Mariano!
MARIANO. — Y aun ayer sólo, la empresa del Príncipe sabía ser mía «La sorpresa»...Pero hoy ya todo el mundo—y el mundo, en especial, que me interesa—sabe que ese fracaso tan rotundo es mi fracaso...
(Avergonzado.)Creo que a la cara me salen los colores sólo al pensar que vuelvo al Ateneo, rebosante de amigos escritores: Campoamor, Espronceda, Ros, Togores, que, al verme, exclamarán de extremo a extremo: «¡Aquí llega ese memo!» «Todo aquel que demuestre coraje para oírle, oirá al poeta más chirle, autor del drama en verso más pedestre...»
LUCÍA. — ¡Pero el drama es muy bueno! Y si otra vez….
MARIANO. — (Grave.) ¡El drama es, por desgracia, una sandez!Y, con criterio exacto, diez sandeces: una sandez por acto.
LUCÍA. — ¡Mariano!
MARIANO. — Porque escucha y toma nota un pobre equivocado sí lo fui, ¡pero no fui un idiota! Y ayer me convencí de que nunca nada haré en poesía y de que, en punto a cosa de teatro, sé... ¡lo que sabes tú, Lucía mía, de la vida y costumbres del albatros!
(Humildemente y con súbita melancolía.)Pero la poesía teatral me despertaba un entusiasmo tal, que, habiendo culminado en lo insensato, ¡ayer, viernes, llegó hasta lo mortal! Y por eso me mato, hoy, sábado, de un modo ya oficial..
LUCÍA. — ¡No es posible, Mariano!
MARIANO. — Es tan fatal que por ello te traje mi retrato...
(Va a la pared de la izquierda, coge el retrato tapado que allí dejó Lucía, por orden suya y se lo enseña.)
Míralo. Es lo primero que ha pintado un muchacho genial, que ése ¡sí triunfará!... Pepe Casado del Alisal. ¿Te gusta?
LUCÍA. — (Sin demasiado entusiasmo.) No está mal. "



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