Tailleur pour dames (fragmento)Georges Feydeau
Tailleur pour dames (fragmento)

"Bassinet. (Tratando en vano de interrumpir a Moulineaux). ¡Ah, querida! Acabo de ser presa de una emoción tan intensa y abrupta. Figúrese que creía encontrarme sobre la pista de mi mujer. Si no me equivoco, la Sra. Bassinet fue citada en la calle Breda.
Moulineaux. De acuerdo. Hablaremos más tarde.
Bassinet. ¡No! Ahora, a no ser que sea excesivo y poco amable para la Sra... Imagínese que no era ella sino una toda una desconocida... Le dije: «Lo siento, pero esperaba encontrar una dama...». Y ella respondió: ¿Cómo es eso, señor? Como usted mismo puede ver se trata de un vestido.
Madame Aigreville. ¡El entresuelo! Ha de ser aquí. (Bassinet se levanta y Moulineaux saluda). ¡Vaya! Mi bella madre hace acto de presencia.
Suzanne. (Furiosa). ¡Ella! Se trata de un desafío.
Madame Aigreville. (Entra y se topa con Bassinet). ¡Ah! Es algo contagioso (hablando en voz alta). He venido a visitarle al entresuelo.
Bassinet. ¡Diablos! ¿Qué puedo decirle? Al fin y al cabo se alquila.
Madame Aigreville. ¿Alquilado? ¿Cómo me había dicho...? (Dando la vuelta ve a Moulineaux) ¡Mi hijo aquí!
Moulineaux. (Muy amablemente). ¡Mi bella madre!
Madame Aigreville. (Reparando ahora en la presencia de Suzanne). ¿Qué hace usted aquí? Tengo derecho a saberlo...
Moulineaux. ¡Ah! Pero...
Madame Aigreville. ¿Acaso se niega a hablar? ¡Cuidado! Lo cierto es que tengo todo el derecho del mundo para suponer ciertas cosas...
Moulineaux. (Resueltamente. Con aplomo). ¿Y qué? ¿Acaso yo soy una Sra., una cliente o un enfermo?
Madame Aigreville. ¿Eh?
Moulineaux. (Sonríe con manifiestas muestras de superioridad).
¿No es cierto, Sra. que Vd. es cliente mía?
Madame Aigreville. (Vivamente. Con amabilidad). ¡Pero nunca lo he dudado, querida Sra!
Suzanne. (Con aires de ama de casa). Dígame, Sra., ¿a qué debo tal honor?
Madame Aigreville. (Sonrojándose). ¡Dios mío! Le suplico, Sra., que me disculpe. Estaba buscando...
Suzanne. (Adoptando la máscara de una seria burla). ¡Ah! Eso es otra cosa. Las damas de alta alcurnia son bienvenidas. Serán unos cinco francos a lo sumo...
Madame Aigreville. (Desconcertada) ¿Eh? Bueno, ella me dará el dinero.
Moulineaux. ¿Acaso no siente vergüenza al depositar dinero de semejante forma?
Bassinet. (Entre dientes). ¡Vaya con la vieja timadora!
Madame Aigreville. ¡No me cuestione de ese modo! Le repito, Sra., no vengo en pos de ningún franco. Busco un apartamento.
Suzanne. Discúlpeme, Sra.
Madame Aigreville se dirige a Moulineaux en presencia de Suzanne y le tiende algo que éste deposita maquinalmente en su bolsillo.
Suzanne, tras presenciar este icónico y lacónico gesto. Bien...
Moulineaux. (Moviéndose por la habitación). Discúlpeme.
Suzanne. (Con aplomo). ¿No va a presentarnos?
Moulineaux. (Confuso). El hecho es que... (Suzanne asiente aguardando la preceptiva presentación) esta Sra. (con amargura) es mi bella madre. "



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