Cinco lecciones sobre Wagner (fragmento)Alain Badiou
Cinco lecciones sobre Wagner (fragmento)

"Así pues, si Parsifal se reduce verdaderamente a eso, fracasa en las dos luchas constitutivas de la Idea por lo que respecta a las formas de arte impuras: la lucha contra el azar y la lucha contra la nada, los dos efectos de la multiplicidad heterogénea. Entonces, ¿cómo es posible combatir el azar y la nada, si ese combate es lo que está en juego cuando se trata de evaluar Parsifal? Por lo que respecta a esta conexión, en Mallarmé se da una ética del arte absolutamente explícita y, por razones que quedarán claras más adelante, compararé el empeño de Mallarmé y el de Wagner en Parsifal.
En realidad, el problema tiene que ver con transformar el azar en infinito y la nada en pureza. Eso no entraña eliminar ninguno de los dos, hablando en rigor, sino transformarlos. Los dos se mencionan de una manera extremadamente contundente al final de los manuscritos de Igitur, de Mallarmé.
Primero, en relación con el acto en Igitur, Mallarmé escribe que «reduce el azar al Infinito». Ésa es la primera lucha. Después, la última frase de los manuscritos de Igitur dice: «Cuando la nada se ha marchado, queda el castillo de la pureza». Por tanto, podemos decir que, en el caso de las obras de arte impuras, particularmente expuestas a los efectos perniciosos del azar y la nada o a la combinación de ambos, el sujeto sería el momento en que el castillo de la pureza encuentra su desvelamiento o su infinito desencerramiento, el momento en que la pureza, como si diera carta de nobleza a la nada, también se convierte en des-encerramiento. Dicho de otro modo, se convierte en un castillo abierto: el castillo de la pureza.
En verdad, estamos ante una descripción tentativa de Parsifal. En todo caso, Parsifal –el nombre «Parsifal», el propio personaje– simboliza todo eso. El personaje de Parsifal representa verdaderamente la cuestión de la pureza manifiesta, de la pureza como des-encerramiento, más que como encerramiento. Sin embargo, hay que señalar que Parsifal no es un personaje en absoluto. En cuanto intentamos imaginarlo como tal, tenemos un problema. La realidad es que esta historia de un muchacho virgen seducido por la imagen de su madre en el segundo acto y que luego se pierde durante un tiempo indefinido (sin que nadie sepa bien por qué, digámoslo de paso) no tiene mucho sentido. En última instancia, Parsifal no tiene mucho de nada; de hecho, básicamente no tiene nada de nada. "



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