Epístola (fragmento)Coluccio Salutati
Epístola (fragmento)

"No creas, oh Peregrino, que huir de la multitud, evitar la vista de las cosas bellas, encerrarse en un claustro o aislarse en un desierto, sea el camino de la perfección. Lo que otorga a tu obra el nombre de perfección está en ti; se halla en ti la facultad de acoger aquellas cosas externas que ni te tocan ni te pueden tocar, si tu mente y tu ánimo están recogidos y no van a buscarse en las cosas externas. Si tu ánimo no los deja entrar en tu interior, la plaza, el foro, la curia, los sitios más populosos de la ciudad, serán como un desierto, como una soledad alejadísima y perfecta. En cambio, si a través del recuerdo de las cosas lejanas o los halagos de las cosas presentes, nuestra mente se vuelca hacia fuera, ¿para la vida solitaria? Porque es propio del alma pensar siempre en algo, que se aferra mediante los sentidos o que se finge con el recuerdo, que se halla gracias a la agudeza del entendimiento o que se imagina con la tensión del deseo. ¿Y qué? Dime, oh Peregrino, ¿a quién ha amado más Dios, a Pablo solitario e inactivo, o a Abraham laborioso? ¿Y no piensas que Jacob, con doce hijos, con tantos rebaños, con dos mujeres, con tantas riquezas, haya sido más querido por el Señor que los dos Macarios, que Teófilo y que Hilarión? Créeme, oh Peregrino, son sin comparación mucho más aquellos que se extenúan en las cosas del mundo, que aquellos que sólo se dedican a la contemplación, también son muchos más numerosos los llamados a aquel estado, que no a éste. "


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