Guerras Civiles del Río de la Plata (fragmento)Juana Manso
Guerras Civiles del Río de la Plata (fragmento)

"Sereno todo. El cielo, el mar, el aire, la naturaleza entera, hasta el hombre que oprime la desgracia, pero cuya conciencia reposa tranquila en el cumplimiento del deber... Sereno y triste, también Arévalo asistía a la salida del buque, aunque la mudanza del patrón lo hubiese penalizado hondamente.
Arévalo y su compañera acaso pensaban lo mismo, sin resolverse a comunicarse sus negros presentimientos. Ellos, como aquella noche, oscura, triste y serena, daban su última mirada de adiós a la linda ciudad que dejaban tal vez para siempre; acaso rodaba una lágrima de sus pupilas, pero su corazón tenía aquella envidiable paz de la virtud, y aquella fuerza del amor puro que liga dos seres!
-Allá va: murmuró Oribe estremeciéndose. La Balandrita se alejaba del puerto como un cisne fugitivo que huye el plomo del cazador sobre la laguna. Pero, ¡ay del triste proscripto! que en aquella hora roba la traición al reposo que iba a buscar en el seno de una provincia hermana. ¡Allá va, murmuraba siempre Oribe, y acaso le venía a la memoria que aquel a quien acababa de entregar así a su enemigo, llevaba consigo una esposa y un hijo! ¡Acaso en sus entrañas de tigre, había un estremecimiento al recuerdo de la propia esposa y de los hijos!...
Pero, dirá el lector, ¿no era mejor y más fácil atravesar el Plata, y de Montevideo enviar directamente a Buenos Aires al Dr. Arévalo? Eso hubiera sido el descaro. No. El virus del jesuitismo está inoculado a la sangre española, una estirpe, tan noble, tan caballeresca en otros siglos, ¡pervertida por el jesuitismo!
Era preciso salvar, ante todo, las apariencias. El proscripto debía salir para su destino, en la costa argentina, el buque atracaba y pedía carne, las autoridades federales, celosas de conservar el orden, cogían infraganti al proscripto que osaba hollar con su inmundo pie el suelo de la patria y nada más natural que prenderlo y conducirle a Buenos Aires ¡como un homenaje del amor de los pueblos por el Restaurador de sus amadas leyes! Esto era política en aquellos tiempos... hoy todavía, la diferencia no es mucha. "



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