Lunas del Caribe (fragmento)Luis Mateo Díez
Lunas del Caribe (fragmento)

"El lector era quien más lejos había ido, el que más había viajado, el conocedor de los mundos más exóticos. Alguna vez, cuando aparecía en el Desván con el mínimo arreo de un pirata extravagante o de un taimado corsario, todos nos quedábamos tan fascinados como frustrados: ni el parche en el ojo ni el pañuelo atado en la cabeza eran suficientes para que el mar dejara de romper en el arrecife de las vigas ni el galeote de hundirse, los piratas y corsarios que Opal conocía mejor que nadie nunca se batirían con la misma convicción con que Perlo y Almo se habían batido, un duelo a muerte en el puente de mando ante Sena y Cerisa, las fugitivas primas por las que los encausados se habían vuelto locos pocos días antes de hacer la primera comunión.
Pero es verdad que Opal sabía más que nadie, y también debe ser cierto que aquellas lecturas contribuyeron a fraguar su vocación, que no fue de aventurero sino de viajero, de hombre del mar, exactamente de marino mercante. Como era de esperar, hizo una brillante carrera en la oportuna Escuela y no tardó en alcanzar el grado de Oficial. Las noticias se hicieron escasas entre todos cuando crecimos, pero el tiempo no limitó ni la intensidad ni la lealtad de aquellos años fraternos.
A veces, cuando los viejos amigos los repasamos, cuando volvemos al Desván, que contiene el misterio de tantas diminutas cosas de lo que fuimos, comentamos un tanto consternados la condición marinera de algunos que ya no están con nosotros. Sobre todo la de Opal, el destino trágico de su muerte en el Caribe, pero también la de Sirio, que era algo mayor, más amigo de nuestros hermanos mayores, y desapareció con su barco y compañeros de tripulación en uno de esos triángulos extraños donde dicen que los navíos se sumen en el abismo como si el mar los tragara sin que quedase la mínima huella de un naufragio.
Es tan extraño comprender que siendo de tierra adentro, de un interior tan ensimismado y distante como el Valle, alguien quiera ser marino, alguien sienta la llamada del mar. "



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