Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos (fragmento)Étienne Bonnot de Condillac
Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos (fragmento)

"Que un hombre alejado de mí cuatro pasos solamente se aleje ocho; la imagen que en el fondo de mis ojos se traza será la mitad más pequeña. ¿Por qué, pues, continúo viéndola poco más o menos de igual tamaño? La percibís enseguida, se me contestará, la mitad de grande; pero el enlace que ha puesto la experiencia entre la idea de un hombre y la de la altura de cinco pies en vuestro cerebro, os fuerza a imaginar, por un juicio súbito, que veis un hombre de esa altura, a ver efectivamente un altura tal. He aquí, lo confieso, una cosa que yo no sabría confirmar por mi experiencia propia. Una percepción primera ¿podría eclipsarse con tal rapidez, y un juicio reemplazarse tan repentinamente, que no se pudiera observar el pasaje de la una a la otra, aunque se le dedicara toda la atención? Por lo demás, que este hombre se aleje a dieciséis pasos, a treinta y dos, a sesenta y cuatro, y siempre de este modo: ¿por qué me parecerá que él disminuye gradualmente, hasta que por fin deje de verle por completo? Si la percepción de la vista es el efecto de un juicio por el cual he ligado la idea de un hombre a la de la altura de cinco o seis pies, este hombre debería desaparecer de un golpe de mi vista, o yo, fuese la que fuese la distancia a que se alejase de mí, debería seguir viéndole del mismo tamaño. ¿Por qué disminuirá más rápidamente ante mi vista que ante la de otro, aunque tengamos igual experiencia? En fin, que se fije esto: ¿a qué distancia exacta este juicio ha de comenzar a perder su fuerza?
Aquellos a quienes combato comparan el sentido de la vista con el del oído, y sacan consecuencias del uno para el otro. Por los sonidos, dicen ellos, la oreja es golpeada; se oyen tonos y nada más; por la vista, el ojo es conmovido, se ven colores y nada más.
Aquel que por primera vez en su vida oyera el ruido del cañón, no podría juzgar si ha sido disparado a una legua o a treinta pasos. Únicamente la experiencia puede acostumbrarle a juzgar de la distancia que hay entre él y el lugar de donde parte este ruido. Igual cosa ocurre, precisamente, respecto de los rayos de luz que parten de un objeto; no nos enseñan absolutamente nada tocante al sitio en que éste se encuentra. "



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