La mujer loba (fragmento)Frederick Marryat
La mujer loba (fragmento)

"Mi padre y yo seguíamos inclinados sobre el cuerpo de mi pobre hermana cuando entró mi madrastra. Dijo estar sumamente afectada por aquel espectáculo, pero no pareció mostrar repugnancia ante la sangre, como suele suceder con la mayoría de las mujeres.
—¡Pobre pequeña! —dijo—. Debe haber sido esa gran loba blanca que acaba de pasar a mi lado, asustándome tanto. Está muerta, Krantz.
—¡Lo sé! ¡Lo sé! —gritó mi padre con angustia.
Pensé que mi padre nunca se recuperaría de los efectos de esa segunda tragedia. Se lamentó amargamente ante el cuerpo de su querida niña, y por muchos días no quiso llevarlo a su tumba, pese a las frecuentes peticiones de mi madrastra. Al final aceptó hacerlo, y cavó una fosa cerca de la de mi pobre hermano; tomó todas las precauciones necesarias para que los lobos no pudieran violarla.
Ahora me sentía en verdad miserable, solo en aquella cama que hasta entonces había compartido con mis hermanos. Me era imposible no pensar que mi madrastra estuviera complicada en ambas muertes, aunque no lograra explicarme cómo. No la temía ya, pues mi corazón estaba lleno de odio y deseo de venganza.
La noche siguiente al entierro de mi hermana, estando despierto, percibí que mi madrastra se levantaba y salía de la cabaña. Esperé un tiempo, me vestí y miré por la puerta, que abrí a medias. La luna brillaba y pude ver el sitio donde mis hermanos habían sido enterrados. ¡Cuál no sería mi horror al descubrir a mi madrastra ocupada en quitar las piedras de la tumba de Marcela!
Vestía su camisón blanco y la luna caía plena sobre ella. Cavaba con ambas manos, lanzando tras sí las piedras con la ferocidad de una bestia salvaje. Pasaron unos instantes antes de que volviera yo a mis sentidos y decidiera qué hacer. Noté por fin que había llegado al cuerpo y lo levantaba por un lado de la tumba. No pude soportarlo más; corrí donde mi padre y lo desperté. "



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