La barrera santaroga (fragmento)Frank Herbert
La barrera santaroga (fragmento)

"Los faros captaban una cuña de calzada en movimiento y árboles bordeantes: línea amarilla en el centro, contracarriles, caminos laterales. Dasein abrió la ventanilla y ladeó ligeramente la cabeza, tratando de que el viento la despejara. Ahora estaba en la parte alta de la carretera, saliendo del valle, y la lentitud de su mente gravitaba cada vez más sobre él como un peso muerto. Unos faros avanzaron hacia él, pasaron de largo. Masas oscuras de rocas al lado de la carretera... líneas amarillas centrales, retorcidas cicatrices de reparaciones en la calzada... estrellas en lo alto... Finalmente llegó al desfiladero de salida a través de los esqueletos negros de árboles quemados.
Dasein sintió algo que tiraba de él, ordenándole que diera media vuelta y regresara a Santaroga. Luchó contra ello. Selador tenía que recibir aquel trozo de emparedado y analizarlo. Obligación. Promesas. Tenía que llegar a Porterville.
En alguna parte de su mente, Dasein sentía la presencia de una imponente forma negra, anónima, aterradora, que le estudiaba.
De pronto, la mente de Dasein se despejó. La cosa fue tan brusca que casi perdió el control del volante y zigzagueó a uno y otro lado de la línea amarilla, con los neumáticos chirriando.
La carretera, la noche, el volante, su pie sobre el acelerador... todo abofeteó sus sentidos con una confusa inminencia. Dasein apretó el freno y aminoró notablemente la velocidad. Todas sus terminales nerviosas se quejaban. La cabeza le daba vueltas. Dasein se aferró al volante, concentrándose en conducir. Lentamente, sus sentidos se apaciguaron. Respiró profunda y temblorosamente.
Reacción narcótica, se dijo a sí mismo. Tengo que contárselo a Selador.
Porterville era la misma calle sombría que recordaba: automóviles aparcados en la taberna, la única luz mortecina en la oscurecida estación de servicio. "



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