La puerta del laberinto (fragmento)Michael Ende
La puerta del laberinto (fragmento)

"El hombre joven estudia su perfil para averiguar si se está burlando de él, pero no lo logra. Suspira resignado y dice más bien para sí:
-La verdad es que no he pensado aún seriamente en ello.
La muchacha asiente y dice con dureza:
-Sí, usted puede lograrlo.
-¿Opina que lo venceré?
-¿Vencer? -repite ella asombrada-. Nadie puede vencerlo. Será mucho si lo encuentra en este laberinto.
-¿Y por qué cree, princesa, que lo lograré?
-Porque es usted un niño -dice la muchacha y no hay nada ofensivo en su manera de decirlo-, un niño cruel, insensato, quizás, pero un niño al fin y al cabo. Eso ejerce una atracción irresistible sobre él. Creo que se dejará encontrar por usted.
-¿Y qué fuerza -pregunta él- ejerce eso sobre usted?
Ella se queda pensativa, como escuchando, antes de contestar:
-Ninguna.
El hombre joven permanece callado y también pensativo. Finalmente, respira profundo y asiente con gesto grave.
-Usted me considera estúpido, ¿verdad? Tal vez tenga razón. Pero me parece que de alguna manera hay que ser estúpido si se quiere hacer algo. Y a mí, princesa, me interesa más hacer algo que justificarme por ello.
La muchacha le contempla atentamente y con cierta simpatía.
-¿Cuántos años tiene realmente? -pregunta ella.
-Veintiuno. Así que soy mayor de edad. ¿Y usted?
-Tres mil -dice sin sonreír-. ¿Me encuentra bonita?
Él se queda un poco perplejo, traga.
-Escuche, quisiera pedirle algo. Cuando entre allí, quiero decir, después de todo podría ser que yo...
-Oh, sí -dice la muchacha con frialdad-, eso podría ser. Hasta ahora no ha vuelto nadie.
El joven torero parece de pronto turbado, casi torpe.
-No me entienda mal, princesa, o más bien... El caso es que no tengo nada que me una al mundo de aquí fuera, ni familia, ni amada. Y pienso que podría haber situaciones en las que la sensación de ser esperado le dé a uno fuerzas y valor.
La muchacha sacude la cabeza.
-Mi pobre muchacho dice ella-, ¿cree en serio que el mundo de aquí fuera no pertenece ya al laberinto? La existencia de esta puerta hace que ya no haya ni delante ni detrás. Este mundo es sólo uno de los muchos sueños que usted ha soñado o soñará todavía.
El joven torero la mira desconcertado y balbucea:
-¡Y sin embargo! La mayoría de los héroes que conozco llevaban consigo algún recuerdo, un objeto de afecto, de amor, un talismán...
La muchacha no hace ademán de ayudarle a salir de su apuro. Lo mira asombrada, como desde muy lejos. "



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