La repetición (fragmento)Soren Kierkegaard
La repetición (fragmento)

"Cuanto más viejo se es, más y más engañosa se nos muestra la vida. Y cuanto más prudentes somos y más tratamos de superar los reveses de la vida, menos conseguimos y mayores son nuestros sufrimientos. Los niños, en cambio, incapaces de prever y menos de superar por sí mismos los peligros en que se meten, siempre salen ilesos y airosos. Recuerdo a este respecto haber visto una vez a una nodriza o niñera que portaba un cochecito con dos criaturas dentro. De vez en cuando empujaba fuerte el cochecito y lo dejaba solo un buen trecho. Una de las criaturas era un niño de apenas un año, el cual se había dormido profundamente e iba en el coche como una cosa muerta. La otra era una niña pequeña, aproximadamente como de unos dos años, regordeta y mofletuda, con los brazos desnudos y como una miniatura de toda una señora mayor. La niñita ocupaba toda la parte delantera del coche y más de la mitad del resto, de suerte que su hermanito parecía a su lado un simple bolso que la señora habla tomado consigo para dar un paseo. Su egoísmo era tan admirable que no se preocupaba para nada de los transeúntes o de cualquier otro asunto humano, sino sólo de sí misma y de ocupar lo más posible en el cochecito. Entonces apareció de repente por la esquina un carruaje con el tiro desbocado. El cochecito corría un peligro evidente. Las gentes gritaban y corrían hacia el lugar, mientras la nodriza de un tirón brusco logró poner a salvo al coche y a los niños en uno de los portales inmediatos. Todos los circunstantes, yo entre ellos, estábamos como aterrados. Pero la señora en miniatura seguía tan tranquila, hurgando en las narices y sin inmutarse lo más mínimo. Es probable que pensara: ¡Qué me importa a mí todo esto; allá la niñera! Semejante temple heroico se buscaría en vano en una persona mayor.
El hombre se sentirá tanto menos contento y satisfecho cuanto más viejo sea, cuanto mayor sea su conocimiento de la vida, su gusto por lo agradable y su afán de delicadezas y exquisiteces. Es decir, cuanto más competente, tanto más descontento. Contento, lo que se dice plena, absoluta e infinitamente contento no lo estará el hombre jamás, mientras viva. Y estar contento a medias, contento de una manera muy particular, es algo que no merece la pena. En este caso es preferible estar completamente descontento. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com