El alma enferma (fragmento)María del Pilar Sinués
El alma enferma (fragmento)

"Era una mujer alta y bastante corpulenta: su tez era basta y encendida: sus ojos negros y pequeños, de mirada maligna y dura, estaban separados por espesas cejas negras y ásperas, y guarnecidos de pestañas muy espesas, pero muy cortas, señal segura de dureza de corazón, así como las largas y convexas lo son de sensibilidad.
Sobre su delgado labio superior, se extendía un bigote negro, que le había envidiado más de un adolescente: tenía la frente estrecha y deprimida, la nariz regular y la barba cuadrada completamente.
Su cabello, bastante escaso, era negro y reluciente, con ese brillo peculiar de las cabelleras cerdosas, y que se adquiere con el uso continuo y repugnante de la grasa.
Por lo demás, no había en ella nada que agradase por la delicadeza de la forma: tenía el talle echado a perder y grueso, porque jamás llevaba corsé: el cuello corto y rollizo: sólo su pie y su mano eran pasables, ventajas que hacía lucir con una insistencia bastante inoportuna.
Traía para el camino un traje lanilla, estropeado y viejo, porque era en extremo desaseada: una manteleta antigua, de seda, y lustrosa a fuerza de haber prestado largos servicios, y un sombrero de paja, aunque se estaba en el mes de Enero, componían su presuntuoso, ridículo y deteriorado atavío.
Pendiente del brazo llevaba una bolsa de terciopelo con boquilla de acero, y sus manos, encendidas por el polvo del camino, no tenían guantes. "



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