La leyenda del Rey Bermejo (fragmento) "El hierro de la lanza que traidoramente blandía el príncipe Bermejo, había penetrado en el cuerpo de Ibn-ul-Jatib por un costado, produciéndole el desmayo que aún le poseía y por el cual todos le habían juzgado cadáver. -¡Ay de aquellos que han atentado contra tu vida! -continuó el Sultán inclinado sobre el cuerpo de su querido visir y secretario-. ¡Alá colma de beneficios a aquel que se le une, y llena de angustias a aquellos de quienes se separa! ¡La clemencia de Alá es infinita, pero su justicia es implacable! El físico del Sultán, llamado a toda prisa, llegó en aquel momento; y después de reconocer la herida, cuya gravedad no era dudosa, restañó la sangre diestramente, colocó luego un apósito, y dispuso la traslación inmediata a su domicilio del elegante y leal poeta, que aún no había recobrado el sentido, con lo cual, aquel hermoso día, que el pueblo de Granada había considerado de público regocijo, se convirtió en día de tristeza para todos, pues sobre que Ibn-ul-Jatib era universalmente estimado por su genio y por sus cualidades entre los granadinos, la justicia del Sultán no tardaría de imponer el castigo merecido a los que de manera tan infame como alevosa atentaron contra él, persiguiendo su muerte. " epdlp.com |