Bubu de Montparnasse (fragmento)Charles-Louis Philippe
Bubu de Montparnasse (fragmento)

"Se acomodaron en un bar frente a la estación de Montparnasse. Dos absentas. Coches que se zarandeaban, simones de ventanillas danzarinas, omnibuses y tranvías con sus redobles y los chillidos de sus bocinas, los silbidos de las locomotoras, transeúntes sudorosos, el sol pesado de las cinco, el polvo de una tarde de agosto, y salidas y vueltas, y aquel concepto de millares de hombres, formaban una vida infernal con grúas de vapor, vagones, hombres, coches, animales y cajas, con los habitantes de las fábricas y de las estaciones, con todo lo que rueda y todo lo que se lleva el tiempo que aúlla al pasar. La gente piensa: «Son dos chulos que se están tomando una absenta», e imagina que la absenta no trastorna los sesos de los chulos. Maurice había vuelto a encontrar, estando con Jules el Grande y al bajar la avenida del Maine, su fe de hombre y caminaba saboreando en su interior todo el bien y todo el mal. El conocimiento del mal es bueno como lo es una fruta jugosa en el seco camino y nos sostiene al caminar, entre el chancro y la cárcel, como intrépidos viajeros sin hipocresía y sin miedo. La absenta lo agitaba, lo arrastraba en su cerebro febril y feliz. Soy Maurice, al que llaman también Bubu de Montparnasse. Maurice es un hombre que sujeta a las mujeres con sus manos y las modela. Se apodera de Berthe la florista, la escoge hermosa y virgen, hace de ella el instrumento de su placer y luego de su profesión. Mira a su alrededor, entiende las cosas de un solo vistazo, y para las bicicletas y los muestrarios sus dedos son rápidos como un abrir y cerrar de ojos. Conoce el arte tan arduo de las cerraduras, que supone mucho tacto y algo de músculos y deja a los hombres a nuestra merced como si fueran niños y a las cajas fuertes como si fueran juguetes. Conoce el paso silencioso que llamamos de puntillas y sabe mirar las sombras con ojos encendidos. Conoce los golpes que dañan y los que matan, el ataque y la defensa, y las hojas de las navajas que pueden abrir un camino cuando el hombre está en peligro. Está paseando por las calles de la ciudad, despreocupado mientras unos sufren y otros se agotan trabajando; puede conquistar lo que se le antoje: camina y parece un hombre que anda por su casa. Se sentía libre y repleto de ideas, en sus órganos, en su vida pensada, en su vida vivida. "


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