Una mañana (fragmento)Naoya Shiga
Una mañana (fragmento)

"¿Recibiste el telegrama?
Sí, alrededor de las tres de la tarde.
Ya sabes que una comitiva poco numerosa se va a presentar aquí. Iremos a recoger almejas, si el tiempo lo permite, así que no olvides anclar el bote frente a la casa mañana al alba.
Sin duda, señor. También le he encargado al cocinero pollo para mañana.
De acuerdo. Si es posible trata de venir tan pronto como te sea posible y adecenta un poco los alrededores de la casa.
Ya he realizado esa tarea bajo la supervisión de su esposa, tanto dentro como fuera de la casa.
Estaba a punto de ascender la pendiente hasta mi casa, cuando advertí que mi esposa aún se encontraba aquí. Ella se aproximó sin decir una sola palabra, tomó mis manos entre las suyas y las apretó con fuerza.
¡Felicidades! -dijo ella.
A la mañana siguiente me presenté solo a la estación. Mi esposa tenía la intención de venir, pero nuestro bebé se debatía entre extrañas convulsiones así que no le permití acompañarme.
El tren llegó puntual. Takako bajó primero, seguido de Rokuko y de Masako. Luego su padre. Yo me incliné ceremoniosamente. Sin ninguna expresión en su rostro él adoptó la misma postura y apenas emitió un ligero ¡Ah!.
No le dirigí la palabra hasta mucho después de haber abandonado la estación. Ambos nos sentíamos sin duda un tanto constreñidos. Confiaba en que pronto se sentiría más liberado. Pero yo mismo asumía que nos resultaría un tanto forzado el intento de mantener cualquier pequeña conversación entre nosotros. Mi padre tampoco trató por su parte de forzar nada. Todos llegaron a mi casa en calesa. Mi esposa salió de la puerta principal, sosteniendo en sus brazos a nuestro bebé. En cuanto vio el rostro lloroso de mi padre, se sintió embargada por la emoción. Mi padre miraba al bebé.
Ese día me sentí realmente bien. El rubor entre mi padre y yo pronto se desvaneció. Conversamos principalmente acerca de cuadros y cerámica. Le mostré unas vetustas piezas chinas y unos retazos de tela tejidos a mano que se hallaban en mi poder. Se refirió a algunos rollos que había adquirido recientemente. No volvimos a sentir ninguna aprensión. No obstante, no dijimos nada de lo que había sucedido el día antes. Sin embargo, cuando el pequeño grupo había abandonado por completo la estancia, mi padre se dirigió a mi esposa: «Junkichi dice que desde ahora él confía en que podamos relacionarnos normalmente como corresponde a padre e hijo, y verdaderamente he de manifestar que éste es también mi propio deseo, así que me gustaría que tú también actuaras como si todos los desencuentros habidos entre nosotros nunca hubieran sucedido».
Incapaz de responder, mi esposa simplemente asintió y se secó las lágrimas. Cuando mi padre había empezado a hablar, yo esperaba que le dijera a mi esposa exactamente lo que le había dicho a mi madre el día anterior. Y estaba seguro de que, aunque sólo dijera eso, no me sentiría en absoluto defraudado. Pero él no quiso repetirse y yo me sentí muy complacido acerca de este particular, muy agradecido a él. "



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