Los deshabitados (fragmento)Marcelo Quiroga Santa Cruz
Los deshabitados (fragmento)

"Pablo buscó inútilmente el nido que su cabeza había formado en la almohada del internado. Se incorporó para ahuecarla con los puños. No era igual. Esa lana no resistía, cediendo, con esa voluptuosidad casi femenina con que la del internado oponía un vellón caliente a la forma acaracolada de su oreja y al borde agudo de su mentón; ni se carmenaba sola, hasta hacerse un plumón sedoso, para anidar su ojo derecho y dormirlo como a un pichón.
Su sueño, amedrentado por la extraña forma de la habitación, tampoco subía a cerrarle los párpados. Cuando la sombra, enovillada en sus pestañas, lo engañaba por un instante con la misma apariencia con que la del internado obscurecía su conciencia, una silla que no conocía o una pared inexplicablemente vacía le separaban los párpados violentamente. El caracol de sus sueños subía lentamente, en espiral, repuntando por las sinuosidades de su conciencia, hasta que sus antenas tocaban algún objeto de forma desconocida; entonces comenzaba a encogerse, a retroceder, replegándose hasta llegar a la última circunvolución donde se enroscaba solapadamente para no ser descubierto.
Entonces, como el pescador que cansado de lanzar su caña en todas las direcciones deja que el corcho flote a la deriva en la confianza de que la casualidad o alguna corriente favorable lo lleve donde su habilidad no pudo conducirlo, así Pablo se abandonó a sus pensamientos, con la secreta esperanza de que alguno más grato y desinteresado que los demás descendiera, atravesando la piel de su conciencia, justamente en el lugar donde debía sorprender al animal de su sueño y extraerlo a la superficie. "



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