Cerca del corazón salvaje (fragmento)Clarice Lispector
Cerca del corazón salvaje (fragmento)

"Y había algo en su mirada, en sus manos que palpaban el cuerpo de la perra, que la ligaba directamente a la realidad, desnudándola. Como si ambas formaran un solo bloque, sin discontinuidad. La mujer y la perra estaban allí, vivas y desnudas, había algo de feroz en aquella comunión. Habla con una precisión de términos que horroriza, pensó Octavio, molesto, sintiéndose repentinamente inútil y afeminado. Y era solo la primera vez que la veía.
Había en ella una cualidad cristalina y dura que le atraía y, simultáneamente, le repugnaba, pensó. Hasta la manera como andaba. Sin ternura ni gusto por el propio cuerpo, pero mostrándolo como una afrenta a los ojos de todos, fríamente. Octavio la miraba moverse y pensaba que, ni físicamente, era el tipo de mujer que le gustaba. Prefería cuerpos pequeños, acabados, sin intenciones. O grandes, como el de su novia, fijos, mudos. Lo que él les dijera debía bastar. Aquellas líneas de Juana, frágiles, como un esbozo, resultaban incómodas. Llenas de sentido, de ojos abiertos, incandescentes. No era bonita, era demasiado delgada. Incluso su sensualidad debía de ser diferente de la de él, excesivamente luminosa.
Octavio procuraba, desde el instante en que la había conocido, no perder ninguno de sus detalles, diciéndose: que no cristalice en mí ningún sentimiento tierno; tengo que descubrirla bien. Pero, como si adivinase su examen, Juana se volvía hacia él en el momento preciso, sonriente, fría, poco pasiva. Y él, locamente, actuaba, hablaba, confundido y apresurado en obedecerla. En vez de obligarla a revelarse y así destruir su poder. Y a pesar de aquel aire de ignorar las cosas más elementales, ¡de qué manera, desde el primer encuentro, ella lo había precipitado en sí mismo! Lo había juzgado en su propia intimidad, olvidando fríamente las pequeñas y cómodas fórmulas que lo sustentaban y le facilitaban la comunicación con las personas. "



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