Cuentos de mi tío Ventura (fragmento) "Un herrero, al que le decían Ño Miseria por lo muy manirroto que era, y no porque se negara jamás a otro más necesitado que él, vivía una vez allá por el Callejón en compañía de un perro al que se le había antojado ponerle por nombre Pobreza. Donde iba Miseria a divertirse, allá salía detrás su quiltro, para ir a esperarlo echado a la puerta del boliche, y endilgarlo para la casa silo veía un poco a la sin rumbo, o quedarse cuidándolo cuando se le antojaba ponerse a sestear por ahí. De tanto mascar vidrio, Miseria iba perdiéndole la afición al trabajo, a tiempo que le comenzaban los achaques de la vejez. Una mañana que amaneció con mal ánimo y con sed, se le ocurrió pensar: “Por veinte años con vida y salud, y plata para el bolsillo, yo con gusto le hipotecaba el alma al cachudo.” Ligerito no más llegó haciéndose el zorro rengo un sujeto de tongo y chaqué plomo, con olor a tinterillo, y pasándole un papel timbrado al herrero, le dijo: —Écheme aquí una firmita, y le respondo que estos veinte años corren de mi cuenta. Como no hallaran tinta a mano, el diablo lo picó a Miseria en la sangradera y le pasó la pluma lista para firmar. Tan pronto como el hombre echó la millonaria, el otro secó la firma con el resuello, se metió el papel a la cartera y se hizo humo. Los años iban pasando como un suspiro, y un día que Miseria estaba por casualidad en la fragua componiendo unas puntas de arado, vio que se paraban a la puerta dos forasteros con una borriquita en que llevaban sus cacharpas. " epdlp.com |