El fuego y su aire (fragmento)Enrique Laguerre
El fuego y su aire (fragmento)

"Frente a los montes de Uroyoán, por Maricao, escuchó a Adalberto decir que de esa sierra baja el Guaorabo, en cuyas aguas el indio Uroyoán ahogó al español Salcedo para convencerse de que los invasores no eran inmortales. El candoroso primitivismo del cacique montó guardia de tres días junto al dios de barro y comprobó la falsedad de la leyenda. El dios olía mal.
(…)
Me duele la impersonalidad del ambiente, la pobreza desorbitada y terrible de mis compatriotas. Los viejos inmigrantes, abren la boca para hablar de los antiguos oros del sol, del embrujo de unos años de mocedad sin blancas —o frías— Navidades. Triste emigración a ciegas. Borinquen es pura flama y aquí me muero de frío.
Expósito saboreaba cada nombre de los pueblos de la isla, como dulce en palito. El azúcar resultaba más apetecible ante las actitudes insolidarias y neutras de estos adoradores de totems. Por momentos desesperaba hasta el borde de la locura. "



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