El caso Kurílov (fragmento)Irene Nemirovsky
El caso Kurílov (fragmento)

"Observé a Dahl con curiosidad. Sabía por Frölich que era enemigo jurado de Kurílov y su probable sucesor en el ministerio. Grueso y de mediana estatura, tenía cuello de toro, el pelo cortado a cepillo, a la alemana, y las cejas, las pestañas y el bigote de un rubio descolorido que se confundía con su amarillenta tez; sus ojos eran saltones y fríos, como los de algunos peces, y las anchas ventanas nasales aspiraban el aire con fuerza y le conferían la expresión ansiosa e insolente a un tiempo de algunos timadores internacionales. Frölich me había dado a entender que en su juventud había sido un invertido notorio («de costumbres sospechosas», según las palabras del preceptor), pero ahora parecía reformado y poseído por la exclusiva ambición de amasar una gran fortuna.
Marguerite Eduardovna ocupaba el lugar de honor. Maquillada, pintada, embutida en un corsé, con un vestido de cuello adornado con perlas y el cuerpo cubierto de encajes, guardaba silencio mirando al frente con tristeza, al parecer sin escuchar la charla de los hombres.
Casi de inmediato, la conversación se centró en el zar y la familia imperial. Las fórmulas empleadas («Su majestad se ha dignado hacerme el gran honor de recibirme...», «Cuando tuve la inmensa dicha de ver a nuestro bien amado soberano...») se pronunciaban en un tono burlesco y desdeñoso que les daban carácter de pretendida bufonada. En eso, Nelrode se llevaba la palma. Miraba el retrato del zar de marco dorado, colgado de la pared de enfrente, y una sonrisa afloraba a sus labios y otorgaba un brillo de inteligencia a sus penetrantes y cansados ojos. "



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