Arde el musgo gris (fragmento)Thor Vilhjálmsson
Arde el musgo gris (fragmento)

"La anciana hablaba sin parar, describía el tiempo y las condiciones del ganado; y explicaba en detalle sucesos que no atañían al caso, y soltaba indirectas sobre murmuraciones diversas que circulaban entre las granjas y que afectaban a personas diferentes a las acusadas. Varias veces, el magistrado tuvo que sacarla del lodazal de sus palabras, y sentaba en acta solamente lo que atañía directamente a la causa, mientras la anciana seguía parloteando sin cesar y en ocasiones su vehemencia hasta le hacía perder el resuello. Había estado mucho tiempo esperando que le dieran rienda suelta. Declaró que había visto frecuentemente al hermano con su hermana sobre las rodillas. Sí, dice, y los había visto besarse muchas veces, dice asintiendo repetidamente con la cabeza, y calla de pronto, apretando los labios descarnados hasta que la boca parecía casi un puntito. Tenía el cabello ralo bajo la pañoleta, y de color gris amarillento, y estaba constantemente rascándose con un meñique. El magistrado pregunta si había visto que sucediera algo especial entre ellos, algo que pudiese considerar indicio de actos delictivos. Responde ella que no puede callar algo como aquello, sobre todo ante su elevada autoridad, respetado magistrado, que no se le había escapado que la relación entre aquellos hermanastros era total y absolutamente distinta a lo que uno esperaría como natural entre dos parientes tan cercanos, y no tengo más remedio que decir que me resultaba asqueroso tener que presenciar aquello.
Cuando el magistrado reitera su anterior pregunta, de si había visto algo especial que pudiese considerarse actividad delictiva, la anciana responde que quizá no habría nada realmente especial; pero lo dice en una forma que podría haber sido perfectamente un sí a la pregunta del magistrado, a juzgar por la actitud de la anciana y su tono de voz, aunque él anotase solo, sucintamente, el sentido de las palabras que brotaban de la anciana. No pocas veces, dice, pude ver a Sasmundur sentado con su hermana sobre las rodillas, repite como si pensara que el magistrado no la había oído: y más aún, los vi acostados en la misma cama un día de fiesta.
El magistrado pregunta si estaban sin ropa. No, claro que estaban vestidos, pero eso a mí me da exactamente igual, dice ella. ¿Fue por la tarde o por la noche? pregunta el magistrado. No, desde luego era en pleno día. Entonces pregunta el magistrado si lo que había sucedido entonces la había escandalizado más que otras caricias que se hubieran dado uno a otro. No, dice ella con una larguísima inspiración. Luego soltó las palabras en un soplido, suspirando que de todos modos, y a fuer de sincera, aquello le había resultado horriblemente incómodo de presenciar.
El médico tomó una pequeña pulgarada de rapé de la cajita con escritura floreada en la tapa. Thórdur se sonó largamente y dejó de espiar a su caballo. El médico se sobresaltó. Fuera, se oyó graznar voraz a una gaviota, junto al río que fluía culebreando a poca distancia de la granja. Una sombra atravesó el patio y ascendió por la cuesta; y desapareció de la vista de la ventana del desván. "



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