El expreso de Tokio (fragmento)Seicho Matsumoto
El expreso de Tokio (fragmento)

"Yasuda vivía solo en su casa de Asagaya con dos empleadas. Ya lo había comprobado. Al oír la respuesta de Mihara, el comisario se quedó absorto, sin decir nada.
Mihara envió un largo telegrama a la comisaría central de Sapporo. La respuesta llegaría enseguida, al día siguiente o al cabo de dos días a más tardar. Sin embargo, no albergaba muchas esperanzas, puesto que Tatsuo Yasuda parecía un hombre demasiado astuto y cauteloso como para haberle mentido descaradamente.
Mihara se sentía atascado. Una ligera impaciencia hervía en su interior, aunque no conocía el motivo. Tal vez, sin ser consciente de ello, estaba ansioso por leer la respuesta a su telegrama.
Quizá fuera ese estado de ánimo lo que hizo que, de repente, una duda lo asaltara: ¿era cierto que la esposa de Yasuda vivía en Kamakura?
No creía que la señora Yasuda tuviera nada que ver con el caso que investigaba. Sin embargo, el intervalo de cuatro minutos pesaba como una losa en el espíritu de Mihara. Yasuda conocía ese intervalo porque viajaba a Kamakura con frecuencia para visitar a su esposa enferma. Entonces, otra duda lo asaltó: ¿y si no fuera su esposa la que estaba enferma sino otra persona? Yasuda sabía que, tarde o temprano, la policía comprobaría si había estado en Hokkaido. Sin embargo, cualquiera iba a creer que su mujer estaba enferma sin necesidad de demostrarlo. Se trataba de algo normal, absolutamente comprensible.
«Cuidado, cuidado», susurró, como si fuera una advertencia para sí mismo.
Echó un vistazo al despacho del comisario, pero no se encontraba allí. Habría salido hacía un rato. Mihara le dejó una nota encima de la mesa en la que decía: «Voy a Kamakura», y salió de la comisaría. Cuando regresara, ya sería noche cerrada.
Compró una caja de galletas en la estación de Tokio por si le surgía la oportunidad de visitar a una persona enferma.
Subió al tren desde el andén 13. Como ya sabía, los trenes estacionados en las vías 13 y 14 estorbaban la visión e impedían ver el andén 15.
«Debió de costarle mucho dar con esos cuatro minutos», pensó, reafirmándose en la idea de que no era una cuestión de azar sino una estratagema. «Yasuda debió de pensar que, tarde o temprano, lo investigaríamos. Por eso necesitaba el testimonio de las dos camareras del Koyuki», intuyó.
El tren se puso en marcha. El trayecto hasta Kamakura duró aproximadamente una hora y el inspector la dedicó a reflexionar. Algo había movido a Yasuda a actuar de aquella forma, pero ¿qué? ¿Acaso no se trataba solo del suicidio de dos amantes? ¿Para qué molestarse en crear dos testigos? Mihara no comprendía los motivos que se escondían tras las maniobras del empresario.
Además, Tatsuo Yasuda estaba viajando a Hokkaido la noche del 20 al 21 de enero, cuando Sayama y Toki se suicidaron. Kyushu y Hokkaido. No parecía que hubiera ningún vínculo aparente entre ambas islas, situadas en extremos opuestos del país.
Cuando llegó a la estación de Kamakura, Mihara hizo transbordo y cogió el tren con destino a Enoshima. El vagón estaba lleno de estudiantes que iban de viaje de fin de curso y que parloteaban como una bandada de golondrinas.
Mihara bajó en la estación de Gokurakuji. No había comprobado la dirección exacta, pero como se encontraba en un pequeño barrio en mitad de un angosto valle, pensó que, si la casa existía, la encontraría enseguida. "



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