Hombres varados (fragmento)Gonzalo Torrente Malvido
Hombres varados (fragmento)

"Mauricio se despertó pensando que tenía que encontrar una salida a sus asuntos; durante los últimos meses, todo había ido muy bien, pero empezaba a sentirse preocupado y andaba como si fuera sobre una cuerda floja. No era ya el dinero que debía, sino la forma abierta como se iba complicando poco a poco. Estaba comprometido con Cecilia, y lo de Rebeca todavía sin solucionar... Menos mal que la llegada de Fasset había sido oportuna. Y absolutamente sin dinero. Y lo que era peor, sin una probabilidad de obtenerlo de una manera decente. Podía ir al juez y decirle que quería trabajar para pagar lo que debía; probablemente él le encontraría alguna cosa; pero lo que fuera no le daría ni para tabaco... Y mientras continuase saliendo bien el ir cogiendo un poco aquí y otro poco allá, no cambiaría de sistema. Era un círculo vicioso. De momento, tendría que decirle a Cecilia que se había quedado ya sin cinco. Nada, la solución estaba en hacer lo del moro. No había peligro, pero, aunque lo hubiera, valía la pena arriesgarse. Y después cambiaría de aires con plena autonomía. En el bar, después de comer, con la digestión a favor, era un buen momento para abordarlo. Claro que tendría que recurrir a Cecilia para comer. Y quizá él tardase dos o tres días en pagarle. Cecilia debía tener dinero en alguna parte... Al banco no iba. Mentalmente, Mauricio recorrió todos los sitios donde podía tenerlo guardado y los fue desechando hasta quedarse sólo con la estantería de los libros y el ropero como los únicos probables. Podía coger una cantidad sin decir nada y reponerla después con lo que le diera el moro. Se levantó para ir al cuarto de baño. Al volver a la habitación encontró a Cecilia sentada en la cama.
[...]
Hablaba con una gracia enorme. Probablemente, la sinceridad de todo lo que decía era muy poca, pero sabía cómo decirlo. A Mauricio le gustaba porque respondía a una manera de ser y de vivir reales, aunque el fondo de aquellas realidades apenas tuviera consistencia ni interés. Era frivolidad envuelta en educación. Algo que desentonaba en aquel ambiente de sol y borracheras. Algo que, además, tenía para Mauricio mucho mérito, porque era, al fin y al cabo, una forma de vida a la que se guardaba constancia absoluta. De todas formas, la familia de ella debía tener gran parte de culpa en su manera de ser. "



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