Mientras cenan con nosotros los amigos (fragmento)Avelino Hernández
Mientras cenan con nosotros los amigos (fragmento)

"Los amigos de Göttingen nos habían recomendado la visita a Goslar; un lugar hermoso, ciertamente. Desde allí intentamos llamar a Jos para decirle el día en que pasaríamos a recogerlo. Pero fue inútil: al otro lado sólo nos contestaban en alemán.
Salimos del edificio de telégrafos y miramos a la gente en la plaza. Un chico de nuestra edad nos inspiró confianza; estaba con su mujer y un hijo pequeño. En francés le dijimos lo que nos pasaba; y nos resolvió el problema. Le dimos las gracias; y ya nos alejábamos.
Pero nos alcanzó: que dónde íbamos, nos dijo. “A visitar la ciudad”. “Soy nacido aquí y puedo mostrárosla”. Dos horas se prolongó la visita. Acabado el recorrido le dimos las gracias; y ya nos retirábamos.
Pero quiso volver a saber dónde nos dirigíamos. “A buscar dónde poder cenar algo”. Ellos también iban a cenar con unos amigos y, si no teníamos inconveniente, estarían encantados de que les acompañáramos.
Cenamos juntos; en la azotea de una casa entre tejados de cuentos de deshollinadores; con vino del Mosela. Era ya la medianoche pasada cuando dimos las gracias a todos y ya nos íbamos.
Pero volvió a preguntarnos dónde nos alojábamos. “En el camping”. “¡No puede ser, después de esto!”. (Esto era la cena, las risas y el Mosela compartidos). Nos llevó a su casa.
A la mañana siguiente teníamos que salir temprano para llegar a Berlín. Él mismo se encargó de despertarnos con Schubert —porque en la cena Teresa debió decirle que en aquellos meses era su preferido, esas cosas que se dicen cenando...— Encontramos el desayuno dispuesto. Y mientras desayunábamos nos dijeron que su apartamento en la calle Kurfürstendamm estaba libre; que podíamos ocuparlo mientras permaneciéramos en Berlín. “Hemos avisado a la vecina que llegaréis, que no se extrañe. La llave dejadla en el buzón al marcharos.”
Nos escribimos durante algún tiempo. Recuerdo que estaba haciendo su tesis doctoral sobre “Nueve formas distintas de nombrar en francés a las patatas.” En una carta nos contaba que, viajando por el valle de Arán, había hallado que los payeses en lugar de “patates” las llamaban “patanes”; nos escribía pidiéndonos algún contacto en la Universidad de Barcelona que pudiera aclararle aquella extraña variante. Se lo proporcionamos; creo que resolvió el porqué.
Volvió a escribirnos para que le conectáramos con algún amigo en Mallorca: quería regalarle a Christel un viaje a la isla.
Pocas semanas después nos escribió de nuevo: Christel tenía cáncer...
Y se hizo el silencio en su correspondencia. 1974.
No hemos vuelto a saber nada de ellos. "



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