La princesa de Babilonia (fragmento) Voltaire
La princesa de Babilonia (fragmento)

"Había partido hacia Escandinavia. Fue en estos climas donde espectáculos nuevos asombraron sus ojos. Aquí la realeza y la libertad subsistían juntas gracias a un acuerdo que parece imposible en otros estados; los labradores tomaban parte en la legislación tanto como los grandes del reino, y un joven príncipe hacía concebir las mayores esperanzas de ser digno de dirigir una nación libre. Más allá se daba un fenómeno de lo más extraño: el único rey despótico sobre la tierra, gracias a un contrato formal con su pueblo, era al mismo tiempo el más joven y el más justo de los reyes.
En el país de los sármatos Amazán vio a un filósofo en el trono: podía llamárselo el rey de la anarquía porque era el jefe de cien mil pequeños reyes de los cuales uno solo podía con una palabra anular las resoluciones de todos los otros. No le costaba más a Eolo contener todos los vientos que se combaten sin cesar, que a este monarca conciliar los ánimos: era un piloto rodeado de una tempestad constante; y sin embargo, el navío no naufragaba, porque el príncipe era un excelente piloto.
Recorriendo todos estos países tan diferentes de su patria, Amazán rechazaba constantemente todos los buenos partidos que se le presentaban, siempre desesperado por el beso que Formosanta le había dado al rey de Egipto, siempre firme en su inconcebible resolución de dar a Formosanta el ejemplo de una fidelidad única e inquebrantable. "



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