Vieja escuela (fragmento)Tobias Wolff
Vieja escuela (fragmento)

"Durante la charla aplaudieron a destiempo y fueron bastante escandalosos.
Pero no tanto como la propia Ayn Rand. Arremetió inmediatamente contra el lema de nuestro colegio —Darse a todos— y animó a los presentes a que ignorasen esa tontería y vivieran sólo para sí mismos. Luego se enfrentó a Hiram Dufresne por llamarla conservadora en su presentación. Dijo que ella era extremista, no conservadora, y que las personas deberían saber el significado de las palabras que usaban. Hacia el final, algunos estudiantes se fueron cuando se puso a atacar al presidente Kennedy por invitarnos a considerar lo que podríamos hacer por nuestro país. La charla se prolongó excesivamente para que hubiera turno de preguntas, pero cuando el director sugirió un encuentro en el edificio Blaine después de la cena, ella estuvo de acuerdo a condición de que sólo asistieran auténticos lectores suyos, los que habían leído todas sus novelas. Deseaba tener una discusión seria, dijo, y no responder a cuestiones estúpidas o que la fueran a ver turistas.
Entré en el último minuto con objeto de darles menos tiempo a los profesores para que se fijaran en mí y me mandaran de vuelta a la cama. Resultó que no había muchas personas: un joven profesor de ciencias, otro de historia, el entrenador de fútbol y el señor Ramsey, que estaba sirviendo las copas de ponche, probablemente como castigo por haberse mostrado engreído con el director. La señora Ramsey se encontraba de pie junto a él, hablando con Jeff el Grande. Unos quince chicos estaban dispersos por allí en sillas plegables, y un número parecido de hombres y mujeres vestidos de oscuro —los empleados de funeraria de Bill, sin duda— se sentaban con aspecto sombrío delante de la chimenea. Una de las mujeres, una rubia delgada de pelo muy corto, encendió un pitillo, y cuando el entrenador de fútbol le pidió que lo apagase, dio otra larga calada y lo tiró al fuego sin ni siquiera mirarle. Los troncos chisporroteaban y siseaban. Aparte de eso, la sala estaba extrañamente en silencio.
Entonces entró Ayn Rand, acompañada por el director, Hiram Dufresne y un tipo joven, alto y serio, con tupé. Me sorprendió que fuera baja y regordeta; había esperado una Dominique. Llevaba el pelo oscuro cortado en forma de casco. Se libró de su capa, se la tendió al tipo alto sin mirarle y se dirigió a la butaca Morris que se le había dispuesto junto al fuego. "



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